Por un ejercicio cívico de altura

Por un ejercicio cívico de altura

El ejercicio político en nuestro país tiene aún enormes taras. La principal ha sido el clientelismo que domina toda actividad en procura de alcanzar cuotas de poder. Los partidos sacrifican sus propias reglas internas para hacer amarres en procura del éxito político. Esta conducta implica que el contenido de las campañas proselitistas esté siembre cargado de trivialidad, insulto y poca sustancia en términos de propuestas.

Nuestros avances en diversos contextos y la positiva notoriedad internacional del país con rango de liderazgo regional, contrastan con el primitivismo que caracteriza el ejercicio político. Los partidos no se ocupan de preparar cuadros aptos para ejercer cuotas de poder y ello explica que vivan arrebatándose a aquellos individuos que por cuenta propia han logrado exhibir algún carisma o resultan atractivos para los electores.

Ahora que entramos en otra campaña política, preámbulo de las elecciones congresionales y municipales de mayo próximo, justo sería que los grupos políticos hagan un ejercicio más depurado y que armonice con la categoría regional que ha alcanzado el país. Eso sería posible con solo excluir el insulto y la trivialidad, y aderezar el discurso con propuestas realistas y viables de solución a problemas nacionales. Hagamos un ejercicio cívico de altura.

Litigios y seguridad vial

En la vía oeste a este de la autopista Las Américas hay puntos peligrosos, por la cercanía del mar. Donde se precipitó un minibús el viernes último, con saldo de once muertos y numerosos heridos, es uno de esos puntos. Y aunque se trata de un asunto de seguridad vial, ocurre que un litigio entre el  Ministerio de Obras Públicas y la empresa concesionaria de las obras de esa vía, impide que la cartera oficial intervenga para erigir muros de contención que disminuyan los riesgos de caer al mar.

No parece razonable que una pugna de esta naturaleza impida ejecutar tareas necesarias para garantizar la seguridad de los conductores, independientemente de las eventuales temeridades que éstos puedan cometer al manejar en Las Américas. Las mismas partes en litigio podrían convenir la ejecución de esos trabajos sin mayores inconvenientes, pues cada parte tiene responsabilidades en lo concerniente a garantizar la seguridad en la vía.

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