Por un final como debe ser

Por un final como debe ser

Estamos a tres días del final de un proceso electoral largo y tortuoso, caracterizado por debilidades institucionales, denuncias y violaciones oficiales, aunque  lamentablemente  una parte importante de los partidos también han dado muestras de la necesidad de una ley de partidos y de la introducción de modificaciones al sistema que haga más corto y transparente todo cuanto sirve de base y fundamento a nuestra democracia.

Los dominicanos hace tiempo hablamos de madurez democrática, sin embargo, las instituciones que deben regir el sistema lamentablemente viven mostrando debilidades, incongruencias y permitiendo acciones  desde el poder, que a pesar de los modernismos exhibidos en algunos aspectos,   incluyendo  los  partidos mismos, demuestran que queda mucho por hacer.

La mayoría de los dominicanos sabemos de deporte, y aunque el más popular es la pelota,  hoy quiero referirme al boxeo, que aún siendo considerado uno de los deportes más rudos, no deja de ser un bonito ejemplo lo que ocurre encima del cuadrilátero, desde el inicio hasta el fin de una velada.   

En boxeo hay dos formas de ganar: Por la vía rápida  (knockout) o por decisión. La vía rápida se produce cuando uno de los contendores le propina un golpe al otro que lo tira a la lona hasta el conteo reglamentario, normalmente diez, momento en el cual el réferi declara finalizada la pelea; por decisión ocurre cuando los jueces tienen que recurrir a las tarjetas y determinar cuántos rounds gana cada cual, dependiendo de los golpes efectivos  propinados, y el que mayor puntuación acumule, según su apreciación,  será declarado ganador. Pero, si se producen golpes bajos, se detiene la pelea.

Los que lean esta columna notarán que hago un símil entre la política y el boxeo; que en este proceso electoral o campeonato por la Presidencia de la República, los jueces  tendrán que  tomar la decisión,  no por apreciación, sino que  habrán de esperar a que se cuenten los votos, para que puedan determinar el ganador, aunque se hayan hecho de la vista gorda de golpes ilegales sin parar la contienda.

Pero lo hago además, porque   ese deporte tiene una particularidad que creo importante  resaltar, y es la elegancia que se produce  en su desarrollo, pues antes de iniciarse la pelea los competidores se saludan, y  cuando los jueces declaran cuál de los dos es el ganador y el árbitro le levanta la mano al que triunfó, inmediatamente se produce un saludo y un abrazo entre los combatientes.

A veces el que  toma la iniciativa es el ganador, pero en muchísimas ocasiones  el que pierde es el que abraza al ganador. De esa forma, en uno de los deportes más rudos, donde los golpes y hasta la sangre  brota desde el inicio, terminan como comenzaron, caballerosamente, aunque se reten para próximas ocasiones.

Muchos  que estamos con Hipólito deploramos  los atropellos, insultos, diatribas y golpes bajos recibidos  en la campaña, pero ojalá terminen como en el boxeo, con un abrazo amigable y caballeroso.  

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