En la sociedad dominicana hay una crisis generalizada en los valores, la corrupción, la impunidad, el abuso de poder y el abandono de los intereses colectivos para perseguir metas personales. Existe hoy un secuestro de las instituciones, en franca desconexión con las necesidades del ciudadano común.
El desempleo y subempleo arropan a gran parte de la población, el crecimiento económico solo beneficia a un grupo de empresarios nacionales y extranjeros. Hay extranjeros de clase media que sustituyen a los dominicanos por tener mayor formación, y en los estratos bajos por estar más dispuestos a soportar mayores sacrificios y abusos.
Si añadimos a ésto el endeudamiento progresivo tanto externo como en la deuda pública interna, todo parece indicar que nos encaminamos a una crisis económica mayúscula, aunque, la suerte nos ha favorecido con las miserias de gran parte del Caribe, lo que nos ha beneficiado en el campo del turismo.
En el orden político, de los cuatro partidos supuestamente mayoritarios, los dos menores: PRSC y el PRD se debaten en una crisis casi final, por la inconsistencia y división profunda en su liderazgo y el intervencionismo estatal, por lo que no superarán el 5% de los votos en las elecciones del 2020; y los mayores: PLD y el PRM, parecen pugnar entre sí para que el otro lo ayude a resolver sus diferencias internas a través de la aprobación por ley de elecciones primarias con padrón abierto o cerrado, cuando el artículo 216 de la actual Constitución define meridianamente que cada partido debe definirlo con su democracia interna, y la Ley Electoral parece a quererse dejar para manejar de las elecciones en base a fraudes.
Parece que no nos damos cuenta de que el país es un barril de pólvora a punto de destruir lo poco que nos queda de sociedad civilizada. Es hora pues de que hagamos un alto en el camino y concertemos un pacto político por la sostenibilidad de un proceso democrático confiable, y restablecer el orden institucional perdido. El 2020 será un año de conflictos sin término, o de paz y convivencia.
Ante esta peligrosa crisis, los principales líderes del país, con la presencia de actores de la sociedad civil independiente, deben hacer un pacto político con reglas claras, que permita la reconciliación sin persecuciones, aunque sí con la restitución de los patrimonios tomados del Estado, y que se dé garantías de participación genuina en la rehabilitación nacional de los principales sectores de la población, porque el país necesita sus mejores hombres y mujeres para construir una sociedad mejor.
Es necesario desarmar a gran parte de la población, depurar a fondo a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, y respetar los derechos de cada quien de ofrecer educación de calidad, asistencia sanitaria, viviendas dignas, transporte expedito y respeto a la tranquilidad y seguridad de la ciudadanía.
El 2020 será la hora cero para los dominicanos. O asimilamos las experiencias del pasado, o nos precipitamos hacia una catástrofe cívica, del que no nos repondremos por muchos años, por haber sido incapaces de organizarnos para vencer las grandes dificultades que sin duda nos esperan desde esa fecha.