La situación a que está llegando la sociedad dominicana en materia de inseguridad, al parecer no tiene límites. Cada día son mayores los crímenes, asaltos, abusos, robos y ultrajes que se cometen contra ciudadanos cuya única aspiración es vivir decentemente junto a sus familias y tratar de subsistir en un mundo cada vez más heterogéneo y complicado. No bastan los tropiezos cotidianos de la gente ante la incapacidad de resolver muchos de sus problemas. Ya nadie puede decir que se siente seguro en ningún lugar, aún aquellos que tienen posibilidad de pagar custodias privadas.
No hay una sola persona en la República Dominicana que pueda decir que uno de los miembros de su familia no ha sido víctima de un acto de violencia, cometidos por desaprensivos e incluso por miembros de instituciones encargadas del orden y la seguridad, con el agravante de que muy pocos son identificados y mucho menos sometidos a cumplir castigos ejemplarizadores.
Esta situación se está agravando con perfiles preocupantes, puesto que al nadie sentirse seguros o protegidos por las autoridades, en algún momento tomarán la decisión de convertirse en sus propios custodias, asumiendo todo lo que ello implique, y de ahí a la anarquía total, no habría mucha diferencia.
Cada día crece el número de víctimas por parte de los delincuentes. Aumentan las denuncias de que miembros de las instituciones armadas participan en acciones bochornosas en contra de la ciudadanía. Crecen las opiniones criticando y denunciando ese desorden casi generalizado, pero cada vez se notan menos las acciones de las instituciones oficiales encargadas de proveerle seguridad a la sociedad.
No se tata de hablar mucho, de ir a programas de radio y TV, ni de insertar anuncios en los medios que más que otra cosa resultan puras formas para exaltar acciones de tipo individual o personal. Muchos encargados del orden gastan más tiempo en asuntos sociales, políticos y deportivos que en sus responsabilidades primarias. Se trata de que cuando antes el gobierno elabore un Plan Nacional de Protección Ciudadana, poniendo todo su empeño y si fuere necesario, llamar a expertos para que lo auxilie porque lo que ocurre está arropando a todos, a gobierno y a ciudadanos comunes.
Pero que no se convierta en un escenario para que algunos vayan como siempre a buscar espacios opinando sin saber nada acerca de protección ciudadana. Lo ideal sería convocar instituciones y personas con conocimiento en la materia, y que no le dé vergüenza al gobierno pedir ayuda y cooperación en algo que sus encargados se han visto prácticamente imposibilitados de lograr por si solos.
Una difícil situación económica como la que vivimos sumada a la ausencia de seguridad ciudadana, constituye una incógnita difícil de descifrar en un país que aunque no se quiera admitir, crecen las malas acciones, y muchas instituciones parecen sucumbir dentro del desorden y la ineficiencia. Ya nadie se encuentra seguro ni en su propia casa.