Por un rescate a gran escala

Por un rescate a gran escala

La Barquita es un prototipo de exclusión social desde el que las fuerzas de la naturaleza, periódicamente, le recuerdan al Estado que tiene con los pobres una inmensa deuda social.  La repetitiva tragedia de  sus habitantes hace recordar otro páramo de marginación en el que la muerte era una constante de la fórmula cotidiana, hasta que  Joaquín Balaguer borró de la faz de la capital el fatídico Hoyo de Chulín para dar paso a Puerto Isabela. Empero, no siguió aguas abajo del  Ozama y su afluente Isabela.

La Barquita es un remanente de exclusión que ahora está en el foco de atención del Gobierno, sensibilizado por la constante tragedia. Los integrantes de la comisión multidisciplinaria encargada del Plan Integral Para el Rescate de La Barquita hablaron ayer, entusiasmados, sobre los alcances de ese proyecto piloto que pretende adecentar la vida del sector y su entorno. Ellos fueron los invitados del almuerzo semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio.

Aspiramos que la voluntad política del Estado navegue más allá de La Barquita y que el proyecto concebido para este sector sea un marco de referencia para el rescate de todos los asentamientos humanos existentes en lugares ostensiblemente  peligrosos para la vida. Un país que genera tanta riqueza como para ser modelo de crecimiento no puede darse el lujo de ser moroso ante la gran deuda social que ha acumulado.

Mala nota en materia de chivo

Aunque son muchos los dominicanos que se desviven por degustar un rico guiso de chivo o de ovejo,  esta delicia compone una proporción muy baja de nuestra crianza de ganado. Por extraño que parezca, nuestra producción caprina y ovina apenas cubre la cuarta parte de la demanda. Es decir que de cada cien libras que consumimos importamos 75 libras.

Hay varias razones -técnicas, financieras, sanitarias, de intermediación  y de otras índoles-  que determinan nuestra baja producción. Tratándose de proteínas de gran demanda, el Gobierno debería estudiar la situación de este sector y crear los estímulos necesarios para conjurar los impedimentos. No parece haber justificación para que tengamos que importar chivo y ovejo desde Haití y otros países de condiciones similares a las nuestras. Gobierno y productores deberían poner en agenda un encuentro para tratar el tema.

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