Siempre estuve de acuerdo con el desarrollo de un metro para el Gran Santo Domingo, aunque no con la premura e improvisación que se hizo bajo los gobiernos de Leonel Fernández, ni con la extrema parsimonia del de Medina, por motivación meramente politiquera y de lucro excesivo de sus auspiciadores.
A esas razones se debe que en las estaciones existentes solo quepan tres carros en sus andenes, en lugar de cinco, siendo esta una gran ciudad; que en las estaciones populosas se formen verdaderos pandemonios al cruzar los pasajeros de una estación a un lado de la calle a la otra, como en la UASD, en lugar de haberlas comunicado de manera subterránea, y que las estaciones mismas y las direcciones en las que terminan estén rotuladas con nombres que no tienen nada que ver con el sitio en que se encuentran, cuando cuesta muy poco señalar por debajo de estos las calles y avenidas a que corresponden tales estaciones.
El uso de autobuses urbanos sigue siendo fundamental en el transporte público, en el que hay que distinguir las grandes rutas para cubrir los espacios en que el Metro subterráneo no existe o es muy díficil construirlo a la hora actual como son las avenidas 27 de Febrero, Kennedy o George Washington y las pequeñas que deben cubrir rutas cortas en los grandes sectores de la ciudad, que en el Distrito Nacional podrían ser ocho o diez para permitir a la población llegar a sus destinos en las horas de trabajo sobre todo, que pueden ser completados con un servicio de motores de dos o tres ruedas.
El Teleférico solo puede ser visto como una solución complementaria para áreas especiales con dificultades de comunicación por su altura o aislamiento.
Pero lo que sería otro factor importante para facilitar el transporte colectivo es una vía transfluvial, uniendo los ríos Ozama, con su afluente Isabela y el de Haina, por las rutas del Manoguayabo y el arroyo Guzmán, con la ayuda de las poderosas tuneladoras que nada tienen que ver en tiempo y costo con los canales que se construyeron en numerosas ciudades de Europa y que en nuestro caso facilitaría la conversión de esa vía para el transporte de pasajeros y sobre todo mercancías, el turismo, los deportes acuáticos y la limpieza del fondo contaminado de estas vías de agua para beneficio de toda la población, al mismo tiempo que se completa la circunvalación gratuita para los camiones y vehículos que entran desde carreteras y puertos sin necesidad alguna, tal como se planificó desde el año 2002, a raíz de la municipalización de la ciudad.
Por lo demás, si se establecen paradas de autobuses para viajes hacia el interior del país en la periferia de la ciudad en todas las direcciones, se tendría en no más de 10 años un sistema de transporte colectivo económico y funcional que resolvería realmente un problema en el Gran Santo Domingo actualmente colapsada por los vehículos de todo tipo, que ahora obstaculizan el tránsito.