Por una administración sana para el cambio necesario

Por una administración sana para el cambio necesario

Luis Scheker Ortiz

In memoriam
Al Dr. Raimundo Amaro Guzmán, padre de la Administración Pública.

La historia de los pueblos está signada por los hechos y acontecimientos políticos que la normalizan. De ahí la grave responsabilidad de los políticos frente a su pueblo cuando asumen la conducción del Estado. De ahí también la imperiosa necesidad de que su comportamiento sea honesto y trasparente y la obligación, de cada ciudadano, de velar porque así sea.

Porque todo hombre es político y la política es, en el ideario de Juan Pablo Duarte, “no una especulación, sino la actividad más pura y la más digna después de la filosofía de ocupar las inteligencias notables” debemos rodearla de garantía para que el pueblo, su legítimo beneficiario, no se vea nunca traicionado.

De las pasiones humanas, la pasión política que se resume en unos en el deseo de gobernar y en otros en la necesidad de ser bien gobernados es esa la que genera mayores conflictos y lucha de intereses, por lo cual toda medida preventiva y conciliatoria es poca cuando con ella se evita la conflagración social.

Cuando en una sociedad las cosas no marchan como deben marchar y hay signos de flojedad, abatimiento, corrupción, impunidad, resignación o cansancio, búsquese en los políticos la mayor culpa, pues son ellos los responsables de dirigir y conducir a la nación por los senderos de bienestar y prosperidad.

El hecho de que los partidos políticos se crean y son creados para gobernar una nación, define la ambición de permanencia, lo que implica el uso y el abuso del poder y los recursos que disponen para perpetuarse.
Cuando el pragmatismo como filosofía de gobernanza desplaza la moral y lo ético, la corrupción, en todas sus manifestaciones, encuentra fácil acomodo y debilita las bases de la sociedad, que no es otra que el respeto a los derechos fundamentales de la persona, la equidad y la justicia.

“la Nación dominicana es libre e independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante de ninguna otra potencia, ni patrimonio de familia ni persona alguna, ni mucho menos extraña”. ¡Así será!

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