Por una guardia forestal

Por una guardia forestal

EMILIO JOSÉ BREA GARCÍA
Se dice y escribe en la prensa nacional, que por recomendaciones del FMI, 12 mil miembros de las Fuerzas Armadas quedarán cesantes de un momento a otro. Serían 12 mil vagos que se sumarían al descalabro nacional por el desempleo y las faltas de oportunidades laborales. Para colmo estos tienen entrenamiento militar, saben manipular armas con destreza y quizás saben sobrevivir en condiciones adversas y extremas.

Muchos han de estar anquilosados, haciendo de sirvientes en casas de familia, abriendo portones de garajes suntuosos, cuidando puertas de negocios y casas opulentas, haciendo compras en los supermercados y manejándole a hijos presumidos de padres arrogantes. Otros han echado su vida en colegios privados, nunca en escuelas públicas.

Pero ponerlos en la calle, así por así, plantea un problema muy peligroso. Un proceso de depuración debe anteceder al proceso. Muchos de esos parasitarios, todavía pueden servir en otras funciones más armónicas con su estatuto policial o militar. Si por denuncias públicas se sabe que muchos de nuestros delincuentes urbanos y rurales son miembros activos de los cuerpos castrenses, al sumar 12 mil desempleados a las calles, de un sólo golpe o paulatinamente, estaremos ingresando 12 mil potenciales delincuentes más a la sociedad dominicana. Nadie puede pensar que esto no es posible. ¿Qué sabe hacer un guardia? Hay algunos muy bien preparados para trabajar en cualquier función civil. Son los que se han preparado dentro de las filas policiales y/o militares. A estos, una depuración democrática les vendría muy bien. Por fortuna la medida no ha sido ejecutada y podrían evaluarse alternativas factibles de encontrar asidero lógico para tan angustiante problema de desocupación laboral humana. Se nos ocurre pensar que quizás estos 12 mil «sobrantes» nominales de los institutos armados, pudieran transferirse a una unidad elite que nos permita, a todos y todas, en esta nuestra sociedad, tener un aparato de salvaguarda y protección del patrimonio natural existente en áreas protegidas (Parques Nacionales y Reservas Científicas debidamente clasificadas). Podría ser una guardia forestal.

Se podría encargar, en consecuencia, de velar por la conservación y seguridad de la flora y la fauna, los paisajes naturales, evitar las depredaciones y las violaciones a las leyes y normas vigentes sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, popularmente conocidos como áreas verdes, pero que van más allá del color de los predios que se protegen. Las cavernas están dentro de ellos. Sería un ejercito popular, quizás el más popular que hayamos logrado organizar, por su labor de vigilancia y enseñanza con los visitantes y lugareños donde estos actúen. Serían los llamados a llegar primero a los lugares donde los desastres naturales ataquen y hasta el soporte más idóneo para la Junta Central Electoral, cada vez que haya elecciones del tipo que sea.

Hace ya más de  cuatro años solicitamos la creación de un cuerpo similar para proteger el Cinturón Verde de la ciudad de Santo Domingo. Pero los explotadores de la tierra urbanizable por cercana a la gran urbe, se salieron con la suya al hacer caer en saco roto, con sarcasmos y burlas, esta iniciativa para toda la ciudad capital. Con los años, el Cinturón Verde tiene menor longitud y abarca menos extensión territorial. Poco a poco ha ido desapareciendo. Justificaciones económicas hay de sobra. Argumentaciones comerciales, las hay por montones. Razones familiares, de herencias y dependencias, involucran casi la gran mayoría de estos predios urbanos y sub urbanos. El resto es propiedad estatal y ahí la cosa ha sido peor, con los mega proyectos desarrollistas de las instituciones insaciables, parasitarias y despilfarradoras del estado heredado desde 1961.

Quizás ha llegado el momento de crear un instituto de protección ambiental, adscrito a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Esos 12 mil pueden ayudar.

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