Por una limpia campaña electoral

Por una limpia campaña electoral

Nos encontramos a menos de tres meses para los comicios del próximo 16 de mayo, y todavía gravitan en el ambiente incógnitas que impiden formular pronósticos que normalmente se vislumbran para esta fecha.

Las expectativas de que pueda conjurarse rápidamente la profunda crisis económica por la que atraviesa el país parecen diluirse a medida que pasan los días, y en ese mismo sentido desvanecerse las posibilidades electorales del actual gobierno. En otras palabras, es poco probable que las autoridades puedan granjearse el respaldo popular de centenares de miles de dominicanos que hace 4 años acudieron a las urnas colmados de ilusiones y hoy se encuentran desilusionados.

Todo parece indicar que se está jugando al tiempo, a eventualidades susceptibles de alterar la actual correlación de fuerzas que, conforme revelan las encuestas, es deficitaria para la actual gestión de gobierno. En el transcurso de los últimos días ha cobrado fuerza un rumor de que sería publicado un libro en el extranjero con el único propósito de descalificar al candidato presidencial que cuenta con mayores simpatías. En caso de que se pretenda anular la candidatura de Leonel Fernández mediante falsos cuestionamientos relativos a su intimidad, no cabe la menor duda que serían sepultadas irremisiblemente las escasas posibilidades electorales del PRD, toda vez que la calumnia es un arma de doble filo: termina hiriendo al propio agresor.

La mejor prueba de lo antes apuntado se refleja en los números de las encuestas hasta ahora realizadas. A medida en que se trata de denostar al ex mandatario con expresiones irrespetuosas, en esa misma proporción aumenta su nivel de aceptación, hasta el extremo que encuestas realizadas recientemente por el sector privado lo colocan en un 72% en las preferencias de los votantes. Pero independientemente de los efectos que la campaña sucia pueda producir sobre las encuestas, lo cierto es que se trata de un recurso desacreditado que la población repudia. Por el contrario, cuando se ataca desmesuradamente al adversario, la gente tiende a manifestarle solidaridad porque lo visualizan como víctima.

Cuando Bill Clinton aspiraba por primera vez a ocupar la Casa Blanca, sus adversarios trataron de descartarlo acusándolo de haber consumido marihuana en su juventud y de evadir el servicio militar obligatorio. Sin embargo, esas objeciones no pudieron evitar que el entonces gobernador de Arkansas le ganara al héroe de la Guerra del Golfo y padre del actual Presidente norteamericano. Lo mismo ocurrió entre nosotros con Antonio Guzmán, Joaquín Balaguer y el propio Hipólito Mejía, quienes no obstante haber sido víctimas de ataques inmoderados, resultaron electos.

En tal sentido, las calumnias, infamias, engaños y demás excesos cometidos en el transcurso de los procesos electorales suelen revertirse en perjuicio de sus promotores. Las organizaciones partidarias y sus dirigentes se han quedado rezagados, y no responden actualmente a los reclamos de la sociedad dominicana. No han evolucionado para colocarse en el sitial que demandan los tiempos en que vivimos, utilizando todavía procedimientos inoperantes que inclusive no funcionan en sociedades más avanzadas y conservadoras que la nuestra.

El favor popular debe ganarse sobre la base de propuestas concretas, convincentes programas económicos y sociales que beneficien a las grandes mayorías, y no pretender conquistarlo ultrajando y vilipendiando al adversario. La ausencia de un apropiado liderazgo político contribuye a promover que se utilicen métodos repugnantes para inhabilitar a los contrincantes. Si bien es verdad que todavía se apuesta a la escasa cultura de nuestro medio político, no menos cierto es que la gente común capta y repudia esta clase de maniobras

Lo deseable es que los candidatos y sus respectivas organizaciones asimilen las enseñanzas de Edmund Burke, quien expresó las ventajas de la competencia en la arena política en los siguientes términos: «El que lucha contra nosotros endurece nuestros nervios y agudiza nuestro ingenio. Nuestro antagonista es nuestro ayudante». Es hora ya de que nuestros dirigentes construyan un nuevo estilo de hacer política, basado en el respeto mutuo, el debate de las ideas y en defender la honra de sus opositores con el mismo celo que la propia. Ojalá que la presente campaña electoral constituya una muestra de civismo y respeto digna de ser imitada, y que no sea deslucida por la mediocridad de quines no comprenden que en la vida unas veces se gana y otras se pierde.

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