Por una mejor gestión eléctrica

Por una mejor gestión eléctrica

El país tiene una gestión energética compleja y costosa, que necesita importantes cambios. La superestructura estatal encargada de esa gestión tiene costos administrativos enormes debido a gastos de nómina y otras cargas que se cubren con dinero del erario. En la distribución, injustificadamente bifurcada, las cargas por concepto de salarios y otras erogaciones, contrastan con el déficit permanente en el cobro de la energía servida. Y aparte de que es bastante reducida la proporción de usuarios que paga por el servicio, hay que añadir las pérdidas técnicas del sistema, que generalmente están por encima de los rangos de tolerancia internacionalmente aceptados.

Un factor positivo es que los precios del petróleo han aportado parte del ahorro que se necesita. Ayer, el barril del WTI, que es el que usamos, cerró a US$42.27, con fluctuación de -US$1.07 (2.47%). Localmente, aparte de que han descendido los subsidios, la baja ha moderado los precios de los combustibles y, por ende, los costos operativos del sistema energético. Pero hay que hacer reajustes urgentes que, al margen de los precios petroleros, abaraten aún más las cargas administrativas y financieras. Es difícil concebir un pacto eléctrico eficaz si deja intacta toda esta estructura que es más lastre que carga útil. El esquema en que está basado nuestro sistema eléctrico es obsoleto, complejo, costoso y para colmo, altamente politizado.

Partidos y sus conveniencias

Resulta curioso que a algunos partidos políticos les resulte urticante la resolución de la Junta Central Electoral (JCE) que dispone la redistribución de las diputaciones en función de la densidad demográfica, como manda la Constitución, pero dejen pasar como un chiste los efectos perjudiciales que sus alianzas puedan ocasionar en su propia democracia interna, por irrespeto de los derechos de los militantes a aspirar a cargos electivos. Esa resolución, que se perfila como irrevocable, está siendo enfrentada por los partidos como si cumplir el mandato constitucional fuera una herejía, o cosa por el estilo.

Es hora de que los partidos aprendan que su posición dominante para manipular la democracia está siendo desplazada por la institucionalidad que ellos tanto han boicoteado. La democracia se anota algunos tantos.

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