Aspectos de la sociedad han andado mal todo el tiempo y cuesta mucho aguardar mejor futuro si no eliminamos gradualmente las causas y condiciones que llevan a los jóvenes a delinquir. Las superpobladas cárceles son habitadas por una gran mayoría de individuos con menos de 40 años de edad. En un país sin equidad, con históricos déficits de atención a la educación y con usos que promueven el consumo de alcohol sin limitaciones e incentivan mediante el mal ejemplo desde arriba la obtención de riqueza fácil, los valores morales se han debilitado. Todavía hoy, cuando el Gobierno se muestra sensible e inspirado por el ideal de ensanchar los horizontes de la nación otorgando un 4% del PBI a la educación, voces de relieve político y burocrático critican con severidad y burla esa conquista. Romper con el pasado va a seguir costando trabajo.
No obstante, invitamos a creer en la visión diferente del presidente Danilo Medina. En su estilo sobrio y humilde. En su ecléctica receptividad para escuchar a Amnistía Internacional, una fuerza de contención al irrespeto a los derechos que a veces acecha en países de instituciones débiles como el nuestro. Aun cuando los efectos de la crisis global y factores locales heredados impidan ilusionarse con abundantes frutos inmediatos, contar con un gobernante de confiables criterios y positivas medidas iniciales debe ser suficiente para vivir la Navidad con cierta esperanza.
Tolerancia sin quitar límites
A tono con el entusiasmo festivo que caracteriza a las navidades dominicanas, se levanta desde hoy la restricción de horario para venta y consumo de bebidas alcohólicas en centros de diversión. A los adultos que optan por extenderse en celebrar no se les coarta ese derecho en tiempo pascuero. Ni modo. Pero esa tolerancia no incluye aceptar que los negocios y sus parroquianos se desborden en ruidos y otras agresiones. Contra la alteración de la tranquilidad de los hogares circunvecinos debe actuar la Policía, incluyendo los 20 mil agentes que reforzarán los servicios en estos días en nombre del programa Navidad Tranquila. Las autoridades deben controlar los establecimientos ruidosos y trastornadores cuyos clientes invaden con vehículos áreas verdes y otros espacios comunes. Tales focos de desorden brotan en áreas urbanas de todas las clase sociales. Ya no hay fronteras de respeto a la tranquilidad de los vecindarios.