En cualquier actividad en que las personas se agrupan: empresarios, deportistas, periodistas, médicos, abogados, maestros, chóferes, albañiles, etc., cuando una organización o uno de los miembros de la misma entiende que sus derechos son vulnerados o confrontan dificultades buscan de alguna manera la solidaridad, comenzando por los de su misma clase, porque nadie más que ellos conocen sus problemas y debilidades, y sobre todo poniendo en práctica el dicho: Hoy por ti y mañana por mí.
Sin embargo, una buena parte de los partidos como políticos han sido capaces de asociarse con cualquier grupo o sector, sin importar su naturaleza, pero no lo logran entenderse entre ellos mismos, salvo en algunos casos para fines electorales. Confundiendo roles han preferido coincidir con quienes los buscan por conveniencias circunstanciales, aunque en el fondo quisieran que se debiliten y pierdan peso ante la opinión pública.
Se encuentren en el ejercicio del poder o en la oposición, normalmente no han sido capaces de entender que deben o pueden buscar el respaldo de los demás grupos políticos, no necesariamente para compartir gobiernos o cualquier tipo de negociaciones politiqueras, sino para que como miembros de la misma clase puedan viabilizar de forma razonable, inteligente y si se quiere hasta por conveniencia futura, proyectos y acciones que competen a su sector, sean gobierno o aspiren a serlo.
No le han dedicado el tiempo necesario a estudiar su razón de ser como organizaciones políticas y sus responsabilidades presentes y futuras frente a la sociedad y frente a ellos mismos. Tampoco el valor que tiene la buena imagen de seriedad de la actividad política.
Tan poco valor se le da a su profesión de políticos, o tan conscientes están de la mala imagen que por sus debilidades van tomando frente la sociedad, que algunos para diferenciarse se presentan como exitosos empresarios y otros calificativos que nada tienen que ver con una actividad que se debe suponer digna.
No estoy planteando que los partidos políticos constituyan una Asociación, Federación o Sindicato que los agrupe, sino advertir que de forma consciente podrían crear, independiente o conjuntamente con la Ley de Partidos y la JCE, una especie de Normativa de Acción Partidaria que contribuya a elevar su nivel frente a la ciudadanía. Que establezcan mecanismos que eliminen el transfuguismo; que limiten el tamaño de los hoyos del cedazo conductual para que solo queden activos aquellos cuya ética y moral sean ejemplarizadoras.
Existen organismos internacionales que estudian y proponen aspectos relativos a los partidos de diferentes tendencias. ¿Por qué entonces no pueden conformar una estructura que los motive a crear mecanismos y vías democráticas que fortalezcan nuestra pobre institucionalidad, comenzando por ellos mismos?
Los tránsfugas y corruptos de ayer se reciclan según las conveniencias, lo que confunde a muchos que ven juntos a mansos y cimarrones. Pero lamentablemente los políticos no se percatan de que como actores principales o secundarios, todos forman parte del mismo elenco del espectáculo que repetidamente presenciamos los dominicanos.