Por una nueva democracia

Por una nueva democracia

Ya llegó la hora de determinar  de qué hablamos, cuando hablemos de democracia. Esta es una tarea urgente y necesaria, ya no se puede seguir contrabandeando con estos principios. Eliminemos ese miedo a la democracia confusa.

Recordemos que tras la máscara de muchos líderes se oculta la estafa de la apariencia, porque muchas veces las elecciones no son reales, porque para fundamentar la democracia hay que saber distinguir el Estado, la sociedad política y la sociedad civil, para que no se convierta en una simple reproducción de los intereses económicos tradicionales, para que no resulte una democracia traicionada por aquellos que han sido sus propios valedores, porque sólo han sabido conformarse con los signos propios del poder, dejando que otros incompetentes  de hecho lo ejercieran, desarrollando por consiguiente un caciquismo, una mediocridad convertida en una hipocresía  política, cosas éstas consustanciales a la democracia, que le dan paso al desarrollo de un Estado moderno y por tanto la negación a una política social decidida que amplíe la clase media e integre a los trabajadores dentro del sistema, todo porque no les conviene comprometerse con cualquier apertura razonable para solucionar los problemas, podría decirse que estos últimos años nos ha tocado vivir en una libertad traicionada.

Esto nos obliga a hacernos esta pregunta: ¿Quiénes estarán en condiciones de explicarnos qué ha sucedido en todos estos años? No será la actual Junta Central Electoral, que está definida al servicio del Gobierno de Leonel Fernández Reyna. Sus últimos actos así la ¿identifican? ¿Quién lo niega?

Los últimos años, en la historia de la conversión del entusiasmo inicial, después de la caída de la tiranía ha sido una indiferencia  rutinaria, con el apoyo al crimen organizado desde el Estado y la corrupción de todas las instituciones, hasta abarcar al sector privado. ¿Por qué hemos caído tan bajo? El miedo a ejercer la democracia con valentía, a orientarnos hacia dónde debíamos dirigirnos, la traición de los intelectuales enganchados a políticos que no han  sabido cumplir sus funciones de ilustrar a la sociedad sobre su futuro deseable y posible, nos ha llevado a una devaluación de la vida.

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