Por una paz duradera en el Medio Oriente

Por una paz duradera en el Medio Oriente

Resulta sumamente difícil  entablar una discusión racional cuando se ponen de manifiesto aspectos que caen en el campo del fanatismo, sobre todo  religioso. Hasta  dentro de una misma confesión, pero de diferentes iglesias a veces resulta engorroso, mucho más con los de otras creencia o culturas.

Solo puede ser posible, cuando los que lo hacen tienen la suficiente madurez y sensatez, para que sea agradable, enaltecedora, positiva y además educadora, partiendo de que  nadie tiene la verdad absoluta, como tampoco lo conoce todo, porque sería el Dios hecho hombre.

Tratar de establecer una discusión para determinar quién tiene la razón entre Israel o Palestina, sería retrotraer situaciones que por generaciones se han tratado, hasta ahora sin posibilidades de  entendimiento duradero, puesto que cada quien se considera poseedor de la verdad. Cada quien se entiende  parte de ese terruño Bíblico Sagrado, revelado como la tierra prometida.

Ahora que hay un aparente cese de fuego, lo que los sensatos cuestionan es si procede que una nación por tener poder militar y considerarse dueña de un territorio, pueda arremeter contra los que igualmente son parte del lugar. Que no vinieron de ningún otro lado, sino que nacieron, se criaron y viven en ese mismo territorio, probablemente por tanto tiempo o más que los que se dicen dueños  del lugar.

Lo que  reclama la comunidad internacional, incluyendo algunos dominicanos, es el cese a las violaciones, los atropellos y  las matanzas. Lógico que hay que mencionar a Israel, puesto que fue quien  invadió el territorio Palestino. No fue   Inglaterra  o Estados Unidos, aunque alguno de ellos esté de acuerdo con esas acciones.

La cuestión es, si la fuerza justifica cometer atropellos, desmanes o crímenes contra otros, no importa de cuál lado estén ubicados. Argumentar que  hay confusión con respecto al conflicto producto de la propaganda internacional, no solo es injusto, sino que entra en el campo de la insensatez. Aquí, a pesar de haber una cantidad inmensa de dominicanos de descendencia árabe, no hay propaganda  ni mucho menos separación con otras nacionalidades. Existen incluso relaciones hasta comerciales y familiares entre descendientes de unos y otros.

Los dominicanos de origen  árabe como de  cualquier otro grupo étnico, lo que no entienden es:

¿Cómo grupos Israelíes no admiten convivir con otro Estado dentro de un mismo territorio, como tampoco que un grupo de palestinos no  admita que puedan existir dos Estados?

No se pueden justificar  atropellos y  matanzas a base de la fuerza, porque no son acciones sensatas ni entendibles.

La gente de este lado del mundo como de cualquier otra latitud,  lo que desea es  paz  en el Medio Oriente, sobre todo aquellos que creemos en la existencia de Jesús, que nació, se desarrolló, predicó y murió en esa tierra Santa, salpicada por siglos con la sangre de la  insensatez.

Lo que queremos es entendimiento y respeto duraderos, más ahora que comienzan los preparativos de Pascuas.

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