Cada vez son más los extranjeros que se radican en el país. Por razones de proximidad, los haitianos son la inmigración más numerosa y notable. Es fácil encontrar haitianos en las esquinas en que hay semáforos, dedicados a limpiar cristales, vender chucherías o mendigar.
Los hay de todas las edades y de ambos sexos. En algunos casos la limosna es requerida de manera agresiva a los automovilistas. Es difícil ver a inmigrantes de otras nacionalidades asumiendo el comportamiento de los haitianos. El asunto parece haber escapado del control de las autoridades, pues la presencia haitiana se hace cada vez más numerosa y notable.
Hace poco el Consejo Nacional de la Empresa Privada aconsejó que se le ponga control a la contratación ilegal de mano de obra haitiana. Hasta donde sepamos, no se ha diseñado alguna estrategia para desestimular la contratación de indocumentados haitianos en la producción agrícola y la construcción, o para repatriar a los ilegales que piden en los semáforos o se han insertado en la economía informal.
La contratación de extranjeros con estada legal en el país no es un asunto a objetar, pero en materia migratoria hay aspectos de soberanía que deben ser tenidos muy en cuenta. Como Estado, estamos obligados a sumir control sobre la inmigración, pero no lo estamos haciendo con la intensidad que aconsejan las circunstancias.
Petróleo, tarifas y precios locales
El país parece ante una situación similar a la que se presentó cuando la tasa de cambio, luego de haber trepado sobre los cincuenta por un dólar, empezó a descender vertiginosamente. En la ocasión, muchos precios de bienes y servicios que habían sido inflados jamás volvieron a bajar en paridad con la tasa de cambio. Los indicios nos hacen creer que muchos precios inflados por las alzas petroleras se quedarán en las alturas a pesar de que los precios del crudo se están desplomando.
Las autoridades han sugerido a los transportistas que reduzcan sus tarifas, ahora que han recibido el subsidio al GLP a través del bono-gas y cuando los precios del petróleo caen a sus niveles más bajos desde febrero de este año y todo apunta a que esta tendencia se mantendrá algún tiempo. Hay resistencia a bajar los pasajes, a pesar de que proceder en ese sentido sería un acto de justicia, por el desplome de costos que habían sido alzados por el petróleo.