Por una salida más incluyente

Por una salida más incluyente

La firma por el Gobierno de un pacto salarial con trece gremios de salud, dejando fuera a los médicos, podría dar motivo a un clima de mayor beligerancia con la parte excluida y propiciar que los hospitales continúen en el ojo de un huracán, estando ya de por si más de 50 de ellos en inapropiada condición para prestar un buen servicio a los muchos ciudadanos que no disponen de recursos para ir a clínicas privadas, a los que a fin de cuentas perjudican con mayor intensidad las protestas. Es un acuerdo que dificultaría el esencial objetivo de conciliar posiciones para la mejoría del sistema de salud en términos generales. Más allá de las remuneraciones y los horarios.
Este entendimiento con servidores, que no podrían jugar su mejor papel sin la presencia de los facultativos a los que asisten, retrasaría una conciliación mayor con los buenos oficios de mediadores que han sido puestos de lado. Si ya la única contradicción estriba en el horario de labor a cumplir en hospitales, el liderazgo profesional debería ampliar su visión y abrirse a la posibilidad de fórmulas intermedias. Ceder un poco en algo a cambio de conseguir más en otro ámbito de sus relaciones con el poder. Frente a este cuello de botella están como espectadores muchos hombres y mujeres de variados oficios que de manera normal se someten a jornadas de ocho horas al día, a veces sirviendo también a la sociedad en áreas importantes. Sin llegar a tanto, los médicos podrían dar un poco más de su tiempo.

Por un desarme de los espíritus

Preocupa la retórica de encendida confrontación en vísperas de las sesiones municipales para escoger a los directivos de los diferentes consejos de regidores. Se escuchan presagios sobre la posibilidad de que la sangre llegue al río; y de otro lado se habla sin interés de garantizar que los actos sean desarrollados con actitudes que favorezcan una transición pacífica. Que haya respeto entre adversarios y aceptación sin chistar del voto mayoritario. Conocidos los cruentos antecedentes de coyunturas similares, de algún modo debe desalentarse la pugnacidad. A esas sesiones deberían asistir como observadoras personalidades apartidistas de reconocida autoridad moral. Pastores y párrocos que desalienten el lenguaje violento y vías de hechos. Que los protagonistas sepan desde un principio que sus actuaciones tendrían testigos de excepción.

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