Por una vía fluvial para el Gran Santo Domingo y una nueva política hacia el mar

Por una vía fluvial para el Gran Santo Domingo y una nueva política hacia el mar

Ahora que se habla de costosísimos proyectos viales, algunos de estos descabellados por su carácter eminentemente lesivos para el medio ambiente y los recursos naturales del país, como la famosa carretera Norte-Sur, atravesando y mutilando nuestras principales fuentes de agua y poniendo todo ese territorio al alcance de los depredadores; así como la construcción de un anacrónico ferrocarril Santiago-Haina, debe estudiarse la factibilidad económica y ambiental de una vía fluvial que una los ríos Ozama e Isabela con el Haina, teniendo en cuenta la relación costos- beneficios y su sostenibilidad en el tiempo.

La historia nos dice que en materia de transporte, cuando se trata de asegurar conexiones a bajo costo de mercancías y hasta de pasajeros, nada supera la vinculación de las poblaciones cercanas por la vía fluvial, caracterizada por inversiones que se hacen por lo general paulatinamente, y sus bajos gastos de mantenimiento, tal como se ha hecho en distintas partes de Europa, Norteamérica y Asia.

En el caso dominicano se trataría de unir con una vía fluvial navegable a los ríos Ozama y su afluente el Isabela con el río Haina, quizás a nivel de su afluente Manoguayabo; haciendo eventualmente un canal que podría utilizar la ruta del arroyo Guzmán u otro similar, por su corta distancia. Una vía de ese género resolvería problemas de transporte a bajo costo en la mayor parte de los municipios y distritos municipales ribereños del Gran Santo Domingo, y de las provincias vecinas de San Cristóbal y Monte Plata, donde se concentra más del 40% de la población dominicana.

De ser factible técnica y financieramente una vía con un canal para el Gran Santo Domingo, se facilitaría la limpieza sistemática de esa red fluvial, su desarrabalización y conversión progresiva en un atractivo turístico y deportivo; lo que permitiría ampliar y abaratar el transporte del principal centro demográfico y económico del país, sobre todo de mercancías.

Por supuesto, que desarrollar una iniciativa de este género requeriría tiempo y estudios de factibilidad, además de diferentes etapas en su ejecución, en caso de que sea viable; pero su potencial para contribuir al progreso económico y social del área metropolitana sería muy grande, así como producir un ahorro de combustible fósil y de parque vehicular considerables.

Del mismo modo, en un país insular como el nuestro, que ha vivido virtualmente de espaldas al mar, se impone desarrollar una política de desarrollo exponencial de sus recursos pesqueros, el comercio y el turismo marítimo con los Estados Unidos, Centro América y el Caribe, así como la navegación de cabotaje.

Para hacer esto posible, se requiere adoptar una visión amplia y de largo plazo, así como buscar activamente socios con otros Estados y grupos empresariales, puesto que representa un gran potencial de desarrollo para el país hacia el futuro.

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