Por el Consejo de Regentes del Gran Santo Domingo

Por el Consejo de Regentes del Gran Santo Domingo

La descentralización municipal del antiguo Distrito Nacional ha demostrado que era una necesidad perentoria crear nuevos centros nerviosos en esa gran área metropolitana que es hoy en día Santo Domingo y sus suburbios.

No se trata solo de su población cercana a los 4 millones de habitantes; sino de sus diversas condiciones ambientales, las diferencias culturales, económicas, regiones de procedencia y de liderazgo, que han podido expresarse en estos últimos once años entre los municipios y distritos municipales resultantes de la Ley 163-01 que recreó la Provincia de Santo Domingo  reduciendo los límites del Distrito Nacional.  Los núcleos de progreso se han producido, aunque, Haina es todavía un gran cruce de caminos.

Sin embargo, las propuestas que se originaron y estudiaron desde 1994, no fueron aceptadas en su totalidad, a pesar de que  algunas recomendaciones que hicimos quienes trabajamos el proyecto buscaban evitar las dificultades que se han venido presentando en el desenvolvimiento de la vida municipal metropolitana, que estaba llamada a servir de ejemplo a los  demás municipios del país.

Efectivamente, la propuesta conocida por la Cámara de Diputados y luego por el Senado de la República, incluía a  un Consejo  de Regentes del Gran Santo Domingo, compuesto por los Síndicos (Alcaldes)  y Presidentes de los ayuntamientos del Distrito Nacional, la Provincia Santo Domingo y Bajos Haina,  más un representante del gobierno nacional, por ser  ésta la sede de la capital de la República, con todo lo que esto significa en lo político y lo económico, que podría ser el Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo.  También se propuso una Asamblea de Municipalidades del Gran Santo Domingo, compuesto por los municipios y distritos municipales de esta demarcación; así como  una oficina técnica que ofreciera información y asesoría del conjunto de esos organismos.

Ello se debe a que si bien es conveniente que esos municipios manejen los asuntos de interés para su demarcación, hay otros como la definición de los límites urbanos, el saneamiento del medio ambiente, la protección de los recursos hídricos y las áreas verdes, coordinar los servicios  públicos, el tránsito intermunicipal, etc., que requieren estrecha colaboración.

También se establecía la necesidad de que el Gran Santo Domingo debía recibir un subsidio especial y una supervisión financiera especiales.

Infortunadamente esa oportunidad se perdió.  No se les suministró a los nuevos municipios locales apropiados; se improvisaron cuerpos de bomberos independientes, pletóricos de “generales” y otros altos oficiales de pacotilla; ninguno atiende la limpieza de los ríos y cañadas   tanto “fronterizas”  como de sus demarcaciones; el transporte es un caos, y los mercados y cementerios andan manga por hombro.  La creación propia de la  Mancomunidad del Gran Santo Domingo ha sido un gran paso en el sentido correcto, como lo demuestra su reciente intervención en el lamentable caso del vertedero de Duquesa.

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