En los primeros años de la década de 1950 y después de recibirse de Administrador de Empresas en una universidad estadounidense, Alejandro Grullón, fundador del Banco Popular Dominicano, y el empresario Luis Crouch, constituyeron una sociedad para arrendar y comprar terrenos en la zona de Jicomé y Laguna Salada, provincia Valverde, para sembrar bananos y exportarlos por el puerto de Manzanillo, en la Línea Noroeste.
El proyecto marchó de manera excelente hasta que a mediados del año 1957 a los noveles inversionistas les llegó un tornado que les tiró al piso, no solo las plantaciones de guineos, sino también su estado anímico y moral.
En esa condición, acudieron a la sucursal del Royal Bank of Canada, en Santiago, a pedir una inspección que derivara en postergar la obligación de pago de un préstamo que habían logrado y solicitaron, además, que se les proveyera de un refinanciamiento para seguir adelante con el mismo.
Una semana después, luego de la inspección correspondiente, la Gerencia del banco les comunicó que no solamente no se les refinanciarían las siembras, sino que también tenían un plazo perentorio para saldar la deuda.
Y al escuchar aquella desconcertante determinación, al momento de ponerse de pie, don Alejandro expresó a don Luis: “Es tiempo de ponernos a trabajar para un día tener nuestro propio banco”.
A partir de entonces, el ingenio de Crouch y de Grullón se movilizó para operar junto a un selecto grupo de santiaguenses creando la Asociación para el Desarrollo, y hoy, fruto de la siembra de tantas ideas productivas generadas, el país disfruta de sólidas instituciones en el ámbito de la educación superior, la banca, la cultura, el deporte y otros renglones más-.
Como ejemplo, vasta señalar la Universidad Madre y Maestra, el Banco Popular Dominicano, Instituto Superior de Agricultura, Asociación Cibao de Ahorros y Préstamos, el Centro de Investigaciones Pecuarias (CIMPA) zona franca, Aeropuerto del Cibao, Plan Sierra, etc.
En reconocimiento a los valiosos aportes hechos al desarrollo integral del país por don Luis, y muy especialmente a la agropecuaria, cuando el ingeniero cumplió 85 años, el exministro de Agricultura Eligio Jáquez tomó la iniciativa de presentar al Congreso Nacional un anteproyecto para designar con el nombre del reputado hombre la Avenida Circunvalación Norte, de Santiago.
Según me comentó Eligio el borrador con la iniciativa fue entregado al senador de Santiago, Julio César Valentín, a cuyas oficinas acudió en varias ocasiones, sin recibir ninguna respuesta del legislador.
Seis meses después, presentó el anteproyecto al diputado José Jáquez, de Santiago, quien logró la firma de una veintena de sus compañeros de curul, lo que significó un paso determinante para introducir en agenda, conocer y aprobar la moción en dos lecturas en esa cámara baja.
Luego fue enviado al senador de la provincia Duarte, Amílcar Romero, conocedor de los méritos del consultor agropecuario.
Romero, exministro de Agricultura y presidente de la Comisión de Agricultura de la cámara alta, logró que una mayoría de sus colegas ayudara a la aprobación de la ley, que más adelante fue promulgada por el Poder Ejecutivo en enero del año 2015.
Hace algún tiempo, Jáquez me hizo saber que no obstante las gestiones realizadas, primero ante el alcalde Gilberto Serulle, y después con el actual incumbente, Abel Martínez, todavía la ley no se ha implementado.
Falta un busto de don Luis, algunas señalizaciones indicativas y sobre todo, falta que el Cabildo de Santiago, junto a las oficinas regionales de Agricultura, Medio Ambiente, Obras Públicas, Coraasan y otras, coordinen con las principales instituciones salidas de la mente preclara del ingeniero Crouch y contribuyan a reforestar las laderas de la avenida Circunvalación Norte, para que las presentes y futuras generaciones conozcan que esa vía lleva el nombre de un ilustre ciudadano que cultivó su intelecto para ponerlo al servicio de su país, logrando, a la vez, hitos notables en el desarrollo de la nación.
Hago este relato a propósito del fallecimiento de don Alejandro, que nació en Santiago en 1929, y en el año 1964 abrió en Santo Domingo las primeras oficinas del Banco Popular, y la primera sucursal se instaló en Higüey, en el local que ocupaba el Ayuntamiento, en la calle Altagracia esquina Gaspar Hernández. Paz a sus restos!)