Porque las niñas son más que meras princesas

Porque las niñas son más que meras princesas

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Envueltas en tules, mostrando brillantes coronas y vestidos vaporosos que llevan a soñar con un mundo de ilusión, ellas juegan a ser princesas. Mágico y hermoso, el cosmos que anhelan alcanzar es el reflejo de las historias que les contamos con afán.
Un día, sin embargo, el sueño acaba. El príncipe que debía rescatarlas se convierte en su verdugo y descubren, con mucho dolor, que las historias de princesas encantadas jamás suelen terminar bien a menos que la princesa se construya así misma y aprenda a lidiar con una realidad que casi nunca es idílica.
Para comenzar, muchas niñas no jugarán a ser princesas, puesto que cada dos segundos una niña es obligada a contraer matrimonio en el mundo y 150 millones son violentadas cada año, así que es obvio que una buena parte de las niñas crecerá bajo un esquema de abuso y dolor.
También debemos pensar que 200 millones de niñas han sido sometidas a la mutilación genital y cerca de 500,000 niñas de menos de 18 años son víctimas de tráfico sexual cada año.
Tal vez para muchos estas cifran no signifiquen nada porque, al fin y al cabo, su niña va por la vida vestida de princesa. A usted le pido algo: sáquela de esa bella burbuja y enséñele a enfrentar la vida.
Crecer y convertirse en mujer es muy complicado en sociedades en las que el machismo y la discriminación están a la orden del día. Por ello, a las niñas hay que enseñarles a ser, a vivir y pensar por ellas mismas, de forma que el entorno no las frustre. Hay que darles, también, oportunidades y herramientas para que sean cada vez más capaces y puedan crear un mundo en el que no necesiten rescates.

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