Ayer duré toda la mañana pensando qué escribir. Y es que, como hoy faltan cuatro días para la Nochebuena, aspiraba a escribir algo bonito (un cuento, quizás) con motivo de la Navidad. ¡No es momento para hablar de los políticos que nos engañan ni los mil problemas que, reales o inventados, debemos resolver!
Hablando sobre mi falta de inspiración en uno de los chats del colegio, mi amiga Katherine Cocco me recomendó hablar de la amistad en estos tiempos, de lo importante que es adoptar animales o de hacer buenas obras sin mirar a quién. En ese momento supe que me hablaba de las mil formas de vivir la Navidad.
Entonces recordé un mensaje escrito por otro amigo, Elías Tahan -a finales de noviembre-, en el que decía que para él la Navidad es la época más triste del año porque le recuerda que la mayor parte de la población mundial sufre de hambre, frío, enfermedades… y, mientras ellos no tienen sus necesidades cubiertas, nosotros celebramos con total desparpajo.
Por ello, nos invitaba a dar a los demás, compartir parte de los que tenemos pero, sobre todo, dar amor, calor humano y esperanzas a quienes sufren y/o tienen menos oportunidades que nosotros.
Llevar un poco de felicidad a quienes nos rodean -incluyendo los animales- es la mejor manera de celebrar la Navidad. ¡De eso, en realidad, es que se trata!
Pero la Navidad también es momento de agradecer nuestras bienaventuranzas. Tener salud y las necesidades cubiertas es un privilegio. Mucho más contar con amigos verdaderos que nos recuerden cuán afortunados somos. ¡Feliz Navidad y no se olviden de dar!