Porque no se hizo justicia en 1961

Porque no se hizo justicia en 1961

VÍCTOR GÓMEZ BERGES
A propósito del centenario del nacimiento de Joaquín Balaguer se han publicado artículos en que se han vuelto a exacerbar las pasiones que provocan en los humanos los hechos que recuerdan personajes y acciones conflictivas, trascendentales, dolorosas y hasta novedosas lo que no tiene nada de extraño, pues este comportamiento social ha sido una constante en la historia.

Más por mis inquietudes de investigador histórico que por razones políticas, he seguido estos trabajos encontrando cada vez más justificado el criterio porqué ha sido aceptado por escritores, intelectuales y las Academias de Historia el principio, que ésta no puede ser considerada como tal, sino hasta que el tiempo haya aplacado las pasiones, los rencores, los amores, las ofensas y los logros que despiertan las acciones de los grandes íconos de los pueblos. Y no solo es en el ámbito político que despuntan esos sentimientos sino que igual ocurre en lo científico, cultural, artístico y cuanta actividad del ser humano permite que alguien descuelle en su sociedad. No obstante la política es la que despierta las mayores pasiones.

Basta observar como aún se juzga después de 500 años el hecho más trascendental ocurrido en la humanidad después del nacimiento de Cristo que fue el descubrimiento del Nuevo Mundo. Aún es vilipendiada la memoria del Descubridor y se discute si sus restos son los que reposan en nuestro país o los que están en la catedral de Sevilla. Cinco siglos y aún no hay acuerdo.

 Algunos de esos trabajos han movido mi interés, pues llaman la atención por lo apasionado a favor del personaje recordado y otros por estar profundamente cargados de resentimientos, demostrando que los autores aún están obnubilados o se mantienen alejados de la realidad del momento juzgado.

 Alguien escribió señalando que una de las culpas atribuible a Balaguer después de la muerte del dictador fue haber permitido que no se hiciera justicia con todos los caliés, asesinos, corruptos y abusadores que atropellaron el pueblo durante la llamada era de Trujillo.

 Igualmente se ha criticado la política que enarboló Juan Bosch de “borrón y cuenta nueva” a su regreso al país, porque ésta impidió hacer justicia a los desalmados del régimen cuya cabeza había caído el 30 de mayo.

 Vale la pena reflexionar sobre estos hechos. Es obvio que 45 años no son suficientes para analizarlos fríamente, pero sí para comenzar a descorrer el velo de los odios pasiones y analizarlos desde una óptica practica y objetiva. Recuerdo perfectamente con la vehemencia que durante las multitudinarias protestas universitarias de 1961, la juventud reclamaba “paredón” para los asesinos y ladrones del régimen de Trujillo, igual como acababa de hacer la Revolución cubana recién instalada en el poder.

Caben aquí estas preguntas, ¿estaba Balaguer en

condiciones de hacer algo parecido en esos momentos? ¿Con qué fuerzas podía el entonces presidente nominal de la República actuar contra esa escoria de la sociedad, si las Fuerzas Armadas mantenían el control del país, además sentían una especie de culpa colectiva por haber sido, algunos de sus altos mandos de ese momento, deliberadamente implicados por Trujillo y su hijo Ramfis en muchas de las atrocidades cometidas en ese período?

El ejemplo más cercano que inspiraba a la juventud para dichos reclamos en esos momentos, era el gobierno revolucionario de Cuba que apenas se afianzaba a menos de dos años del triunfo.

 Pero entre la situación de Cuba y República Dominicana en 1961 había una diferencia abismal. La primera estaba dirigida por Fidel Castro, quien había entrado triunfante a La Habana el 8 de enero de 1959 respaldado por un ejército revolucionario de miles de hombres bien armados, ocho días después que el dictador Fulgencio Batista había huido a nuestro país, pero además, Castro tenía un respaldo inmensamente mayoritario en su pueblo para llevar adelante esos métodos de justicia revolucionaria y quien ya a los 33 años había logrado una aureola extraordinaria en el Continente por haber encabezado el 26 de julio de 1953 con 151 compañeros el más audaz asalto que se recuerde en esta parte del mundo, al cuartel militar “Moncada” en Santiago de Cuba, el que disponía en esos momento alrededor de 1.000 hombres, en tanto otros jóvenes de su grupo atacaron el cuartel “Carlos Manuel de Céspedes” en Bayamo, donde sobrevivieron 90 al ser asesinados 55 combatientes, muriendo seis en combate con el ejército batistiano.

 Fortaleció aún más su poder político el hecho de haber ingresado a Cuba en forma clandestina proveniente de México, donde desembarcó el 2 de diciembre de 1956 en el Yate “Granma” con 82 jóvenes revolucionarios cerca de la playa Las Coloradas de la región de Niquero en la provincia de Oriente, sobreviviendo tan solo 20 compañeros que escalaron la Sierra Maestra cayendo prisioneros, asesinados o capturados por las fuerzas represivas el régimen.

 De esa manera llevó adelante durante tres años la más exitosa guerra de guerrillas de todo los intentos hechos en diversos países de la región, logrando derrotar en varios enfrentamientos al ejército cubano, como el de la sangrienta batalla de Jigué el 11 y 12 de julio de 1958, donde 300 rebeldes rechazaron 10.000 efectivos comandado por el general Eulogio Cantillo, jefe de operaciones de la provincia de Oriente, quien finalmente convencido de la imposibilidad de derrotar el ejército revolucionario, optó por suscribir un acuerdo con Fidel Castro, en que se comprometía exhortar al Ejército a unirse a las fuerzas revolucionarias, lo que ocurrió finalmente el 31 de diciembre del mismo año, logrando Fidel de esa manera bajar triunfante de la Sierra Maestra y destruir totalmente las Fuerzas Armadas cubanas.

  Pero además de todo este drama político-militar se conoció su famosa defensa conocida como “la historia me absolverᔠy posteriormente la entrevista de The New York Times el 17 de febrero de 1957, hecha por el periodista norteamericano Herbert Matthews, que llegó a todo los confines de la tierra, consolidando así un liderato único en el mundo de hoy.

 Sólo de esa manera pudo la revolución cubana llevar al paredón a infinidad de caliés, asesinos, corruptos y abusadores de la dictadura y desbrozar el camino para la implantación de un régimen capaz de castigar esa escoria humana y hacer justicia a un grupo de desalmados como esos.

 No se conoce en ningún otro país del continente donde luego de derribar una dictadura se hubiera hecho justicia con más firmeza que se llevó a cabo bajo la revolución cubana.

 En esos tiempos en el país incidían tres fuerzas políticas nacientes, el PRD, UCN y el 14 de Junio, las cuales todas juntas, no hubieran podido hacerle justicia a la barbarie del trujillismo. Sólo con el control de fuerzas militares pudo llevarse a cabo lo que aún fanáticos de la política criolla recriminan no haberse hecho.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas