Porque todas las caretas, aunque sea tarde, caen

Porque todas las caretas, aunque sea tarde, caen

El uso hace la costumbre. Por eso vemos que, aunque irracional, hemos hecho del absurdo una tradición nacional. Aquella que, por más que se queje todo el mundo, hay quienes se resisten a abandonar.

Los más fieles seguidores de esta tradición son, sin lugar a dudas, los funcionarios y políticos, quienes creen que nos convencen con esas historias que se empeñan en cacarear. ¿Será que piensan que asumimos que quien más insiste con algo es quien dice la verdad?

Para ilustrar mis palabras sólo hay que poner el ejemplo del uso de los recursos del Estado en la campaña. ¿De dónde sale el dinero para pagar, por ejemplo, la gasolina que usa el vehículo de Presidente durante sus largas caravanas? ¿Por qué tiene él, que no es candidato, que hacer estos recorridos y moverse, incluso, en un helicóptero que nosotros pagamos?

Más interesante es ver que los Comedores Económico repartieron comida en San José de Ocoa, justo donde él estuvo caravaneando el domingo pasado. Con ello, por más que lo quieran tildar de coincidencia, al gobierno se le cayó la careta. Desde Balaguer hasta hoy cada campaña ha sido lo mismo. Ha cambiado el protagonista  pero se mantienen el discurso y el dispendio. Sólo hay que buscar las declaraciones de la oposición (PLD incluido cuando gobernó Hipólito Mejía) para descubrir que esta es una práctica no superada.

Muchas otras, como el traslado de la silla presidencial (honrando la costumbre del mismo Balaguer) también tienen que desaparecer. Urge que nos comportemos como un país y que las elecciones, en lugar de un espectáculo de mal gusto, sea un proceso democrático y justo para todos.

Publicaciones Relacionadas