El béisbol es un deporte que en los países del orbe donde tiene mayor tradición y desarrollo ha sido orientado y monopolizado casi exclusivamente por los hombres, quedando su organización y práctica con espacios muy restringidos o casi inexistentes entre las mujeres. Ello ha puesto sobre el tapete la siguiente interrogante: ¿poseen las mujeres las aptitudes físico-mentales para desempeñarse con éxito en esta disciplina o han sido víctimas de una conjura fríamente calculada por un machismo a ultranza?.
Desde su origen en el siglo XIX en Norteamérica ha sido una actividad organizada y dirigida por hombres, deviniendo en una formidable industria del espectáculo, un patrón que procura ser emulado en las latitudes donde ha operado la mayor influencia como en la Cuenca del Caribe y algunos países asiáticos como Japón y Corea.
En los Estados Unidos, donde se formó el primer equipo profesional de hombres bajo el nombre Cincinnati Red Stockings en 1869, y operan las Grandes Ligas, en distintos periodos se hicieron gestiones para establecer equipos de béisbol femenino. Debido al colapso que provocó la Segunda Guerra Mundial, aunque las ligas mayores no cerraron, para distraer al público se fundó en 1943 una liga profesional de mujeres, que al inicio tuvo muy buena acogida, pero los propietarios retornaron el impulso del juego con los hombres, y el interés de la liga femenina comenzó a menguar, disolviéndose después de la temporada de 1954. Otros intentos posteriores resultaron fallidos. Recientemente impactó la noticia de que la joven colegial Melisa Mayeau, de 16 años, fue incluida en la lista internacional de los prospectos a ser considerados por los equipos de las mayores.
En las últimas décadas el juego ha estado siendo promovido positivamente en varios países del continente europeo, con el interés de convertirlo en una disciplina más universal, como por ejemplo el fútbol, predominando el renglón masculino sobre el femenino, aunque no tan desigual como en el béisbol.
Un elemento a tomar en cuenta es saber si lo que se procura es reconocer un derecho que tienen las mujeres al igual que los hombres para practicar ese deporte como un renglón separado pero con las mismas oportunidades y facilidades, o si por el contrario, hay quienes pretenden una integración mixta de equipos con jugadores y jugadoras en las diversas ligas de élite y profesionales.
Sobre el primer caso nadie en estos tiempos cuando el mundo se mueve activamente por la igualdad de género entre los principios fundamentales, se atrevería a enarbolar una consigna discriminatoria contra las mujeres en el deporte.
Pero con respecto a lo segundo se presentan varias dificultades, pues los patrones y marcas establecidas en el béisbol profesional y de élite han sido en base a factores relacionados con las condiciones físicas y biológicas naturales de los hombres, aspectos como fuerza para conectar la bola, velocidad para lanzarla, correr, entre otras. Los scouts buscan firmar muchachos que tiren sobre las 90 millas por hora y bateadores con poder para sacar la bola entre 335 y 400 pies. Un ámbito donde las mujeres de intervenir en equipos mixtos con los hombres, estarían en gran desventaja.
Lo lógico es desarrollar el renglón del béisbol femenino mediante programas de búsqueda y desarrollo de talentos con muchachas dotadas de aptitudes físico-mentales para ese deporte, siempre adaptadas a las medidas y características propias de su género.
El tema de las mujeres en el béisbol ha cobrado vigencia en el plano local con la innovadora iniciativa emprendida por el Ministerio de Deportes conjuntamente con la Federación Dominicana de Béisbol, para trabajar en el fomento de ese renglón en procura de participar en competiciones del ciclo Centroamericano y Panamericano, considerado como de alta prioridad dentro de la política de promover la equidad de género y dado que el béisbol es un símbolo y una marca país, razón por la cual las muchachas deben situarse también en los primeros planos.