Posiciones electivas

Posiciones electivas

Los partidos que aparentemente tienen mejores posibilidades de triunfo albergan infinidad de personas que aspiran a posiciones electorales.

A quienes ingresan a un partido no se les anuncia que cualquier día sus aspiraciones pueden ser desconocidas por un capricho o por el supuesto resultado de una encuesta que nadie sabe si ciertamente se aplicó, ni con qué intenciones fue aplicada.

Entonces, al momento de la selección de los candidatos que se presume será decidida por la militancia, hay una reserva de candidaturas que yugula las aspiraciones con un inesperado golpe bajo. Es un “quítate tú para ponerme yo” que en nada beneficia a la militancia ni a la democracia.

No habla bien de un partido que está en el gobierno o que aspira a gobernar, la reserva de la mayoría de las candidaturas mientras se margina, se posterga, se desconoce el derecho de otros aspirantes que forman parte de la misma organización.

La mejor forma de hacer daño a la democracia es negar el derecho a la participación, a la superación, a escalar posiciones más altas.

Habla muy mal de un partido en el gobierno o de uno que aspire a gobernar, actuar antidemocráticamente con sus propios miembros, con sus seguidores, con sus sustentadores ¿cómo tratará a los demás?

Quienes ven los procederes y las imposiciones tienen razón a pensar que esas parcelas políticas no son democráticas y que una vez en el poder actuarán de manera antidemocrática y arbitraria, aunque traten de ocultar sus intenciones bajo mantos de hipocresía.

La democracia se construye con la participación de la mayoría y la minoría, para que exista un equilibrio que permita la vida bajo un régimen de derechos donde todos sean iguales.

Nadie está obligado a soportar, cual si fuese un bonzo tibetano, que le nieguen el derecho de que disfruta otro. Nadie es mejor que nadie. Todos somos iguales.

Cuando se desconoce la igualdad, cuando se frenan las aspiraciones legítimas se hace un gran deservicio a la democracia, a la búsqueda de convertir en realidad el sueño de vivir sin temor, que la igualdad deje de ser un propósito.

 Es una puñalada a la democracia.  

La hemorragia de aspirantes a puestos electivos no es fruto del deseo de servir a las comunidades que se aspira a representar. No.

Muchos de los aspirantes tienen poco que ofrecer.

Sus hojas de servicio a la comunidad están vacías, como sus bolsillos. Lo que aspiran muchos es a participar en la piñata del gobierno que parte y reparte y se queda con la mayor parte.

Eso es lo que se ve hoy día. ¡Lamentablemente!

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