Postergando lo impostergable

Postergando lo impostergable

Claudio Acosta

Es difícil no estar de acuerdo con el obispo de la diócesis de Higüey, monseñor Jesús Castro Marte, cuando afirma que el país necesita más psiquiatras que generales, a propósito de la creciente ola de violencia que sacude al país, de lo cual es un ejemplo particularmente doloroso la muerte, a manos de un cabo de la Policía, de la joven arquitecta Leslie Rosado.


También hay que concederle razón cuando plantea que el tema de la seguridad ciudadana y la reforma policial no puede seguir postergándose en comisiones y mesas de diálogos, donde solo se recuerda su urgencia cuando sucede un acontecimiento trágico que consterna la sociedad. Precisamente lo que está ocurriendo ahora, cuando la opinión pública reclama, a una sola voz, que no se le siga dando largas.


A pesar de esa urgencia, del apremiante reclamo de una sociedad cansada de los desmanes de los miembros de la institución a la que ha confiado la protección de sus vidas y bienes, ese cambio profundo que se exige en la Policía no puede darse de un día para otro, pues aunque lo ideal sería, como quisiera mucha gente, desbaratarla por completo y hacer una nueva, la realidad se impone.


Eso quiere decir que los miembros del Grupo de Trabajo para la Transformación de la Policía seguirán reuniéndose y afinando sus propuestas, a las que habrá que sumar las que presentará el propio Gobierno al liderazgo nacional para su discusión y análisis durante el diálogo nacional por las reformas que promueve pero que apenas empieza.


Y eso implica, monseñor, que seguiremos sabrá Dios cuanto tiempo más con las comisiones y las mesas de diálogos, con las propuestas y los debates en los periódicos, con lo que se continuará postergando una reforma policial que arrastra décadas de retraso.

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