En mi entrega a HOY del 23 de marzo reciente, sugerí la alta conveniencia nacional de promover la candidatura presidencial en los comicios 2020 al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, partiendo de la concepción generalizada de ser un hombre auténtico, que dice siempre las cosas como son, que le pone el punto a las íes, que es lampiño de lengua y, finalmente, que ha demostrado siempre disponer del valor del que infelizmente carecen nuestros gobernantes post Joaquín Balaguer, con la honrosa excepción del presidente Antonio Guzmán.
Hoy reitero esa ponencia, debido a que he causado quórum con varias personas que accidentalmente he tropezado, y conforme a esa captada receptividad, calibro mi propuesta óptima, altamente conveniente para activar anomias graves en la conducencia del destino nacional en que incurren los gobernantes del país desde el trágico PLD, Leonel Fernández y Danilo Medina.
No es ocioso reiterar que el país se encuentra en una peligrosa encrucijada identificada por ausencia de voluntad política en las disciplinas de soberanía nacional en declive, por la afrentosa presencia masiva de nacionales haitianos ilegales, apañados por los presidentes Fernández y Medina; caos en el transporte público; mafia de tígueres monopolizando el transporte público; desastre medioambiental y forestal; sin el PLD construir un solo relleno sanitario; deficiencia en la salud pública con hospitales en el quirófano; ola delicuencial aterrante que la canalla gana la calle al orden público.
Es ante ese amasijo de anomias donde surge la figura recia de Nicolás de Jesús López Rodríguez para repetir en el degradado escenario político, el protagonismo luminoso que demostró en su singladura ministerial sacerdotal.