Potestad ciudadana, el antídoto a la corrupción

Potestad ciudadana, el antídoto a la corrupción

Samuel Luna

No nos desanimemos, podemos rescatar nuestro país de la híper corrupción. Los hechos nos demuestran que frenar las acciones nocivas no es una utopía, es posible. El pueblo pudo sacar a Rafael Leónidas Trujillo Molina por ser un dictador y asesino, fue extirpado de raíz, lo ajusticiaron; Joaquín Antonio Balaguer Ricardo,  fue atacado, confrontado y sacado del poder en el 1978; ese logro fue resultado de muchas manifestaciones del pueblo dominicano, y gracias a estas manifestaciones, se paró la figura que permitía y promovía la reprensión y los asesinatos durante los oscuros 12 años de su gobierno, nos referimos a Joaquín Balaguer.

La potestad ciudadana siempre ha estado presente, pero no de forma articulada e intencional, no pensando en el concepto de Estado por encima de los partidos políticos u otros sectores de poder e influencia. Por ejemplo, en el mes de abril, en el año 1984, el pueblo dominicano, se levantó, creando una sangrienta poblada en el gobierno de Salvador Jorge Blanco, el pueblo reaccionó ante los altos precios de los alimentos de primera necesidad, ante la corrupción política imperante, ante la devaluación del peso dominicano y la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Podríamos citar más casos donde el pueblo ejerció la potestad ciudadana, pero esto no es un escrito cronológico, simplemente queremos dejar claro que somos responsables y mentores de las acciones de los políticos y funcionarios que gobiernan nuestro pueblo dominicano.

La potestad ciudadana es el antídoto para frenar  lo males que generan los malvados. Un antídoto es una medicina que contrarresta un veneno; la sociedad dominicana tiene el veneno de la corrupción, vemos corrupción en todos los lados, pero no nos asustemos, el antídoto es mayor, somos más, lo que sucede es que no estamos articulando y ejerciendo el poder inherente que ya poseemos. Debemos despertar y entender que la ONU no es la llamada a resolver o a condenar a los ciudadanos nocivos; no deberían  intervenir poderes exteriores; de hecho, los mismos partidos políticos, por lo menos en nuestro país, República Dominicana, no son los llamados a parar la corrupción, esas franquicias han fracasado, no han sido responsable con la autoridad que el pueblo le delegó. Nos fallaron y nos siguen fallando.

Para generar una transformación en el país necesitamos articular la potestad ciudadana, esto significa, entender que tú y yo, nosotros, tenemos el mismo poder de decidir que cualquier funcionario, regidor, alcalde, diputado, senador o presidente; ellos son el resultado de nuestras acciones. Ellos dependen de nosotros, pero nos han hecho creer que nosotros dependemos de ellos. Son nuestros empleados y le pagamos.

Debemos estar conscientes del poder que ya poseemos, debemos unir voluntades, para rescatar el país, y así restituir lo que está dañado. Así los partidos estarán preñados de personas con potestad ciudadana y con una visión de Estado.

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