Praia do Forte, Un encanto natural bañado por
el Atlántico

Praia do Forte, Un encanto natural bañado por <BR>el Atlántico

A 85 kilómetros al norte de Salvador de Bahía,  esta playa casi virgen es una conjunción perfecta de cielo, arena y mar. Conocida como la Polinesia brasileña, es también una de las más importantes reservas de tortugas marinas, donde conviven cuatro especies de las diez existentes en el mundo.

Para hacer un poco de historia, tenemos que en 1552, tres años después de fundarse Salvador de Bahía, primera capital del Brasil, un portugués llamado García D’Avila, se adueñó de estas tierras.  En una de las hectáreas levantó un castillo, al lado una iglesia y un faro, la llamó Praia do Forte (Playa del Fuerte). Con la desaparición de este terrateniente quedó olvidada durante cuatro siglos.

Hoy ese castillo está en ruinas, pero la iglesia se mantiene intacta y también el árbol donde castigaban a los esclavos.

Fue descubierta de nuevo en la década del 60 por un  empresario paulista que dio inicio a la construcción de un moderno hotel. Todo el  misterio que envuelve la historia va quedando atrás para dar paso a otras bellezas del lugar.

Caminando hacia la reserva ecológica Sapiranga, pueden verse una enorme variedad de plantas y animales. Mientras los turistas recorren la zona, los monos macacos aprovechan la visita  y se posan sobre el hombro de la gente a cambio de una banana. El recorrido finaliza en el  río Pojucá.

Esta zona turística es un archipiélago tranquilo, rodeado de naturaleza y ecología. Son 12 kilómetros de playas vírgenes, con coqueiros, arrecifes multicolores, piscinas naturales con aguas cristalinas, ríos, correderas, lagos, y reliquias de la colonia. Es conocida como la Polinesia brasilera por su parecido a Tahití y Bahamas.

Las playas, además de ser muy tranquilas, están cuidadosamente protegidas. Al caminar sobre sus arenas blancas, por un lado se divisan las aguas cálidas y transparentes y por el otro las posadas con las construcciones típicas, los coqueiros, pescadores tejiendo las redes, bolichitos que ofrecen el sabor inigualable de un refresco natural.

Praia do Forte,  Un paraíso turístico e interesante

Cuando el cuerpo necesita un chapuzón, nada mejor que hacerlo en las piscinas naturales –esto es en el mismo mar–, el agua es cristalina y se puede compartir con las estrellas de mar y los peces. En su colorida aldea de pescadores, se retrata la manera  primitiva de vivir. El visitante podrá escuchar historias, observar su modo de vida y pescar con los nativos.

Un atractivo que congrega mucha gente es el proyecto Tamar: es una reserva de tortugas marinas en peligro de extinción. Fue creado en 1980 para frenar la depredación provocada por los pescadores, éstos no esperaban a que las tortugas hembras desovaran, sino que las mataban cuando llegaban a la playa.  Para salvar las nidadas se recogen los huevos y se los incuba en lugar seguro; después se devuelven al mar las tortuguitas recién nacidas. Abarca quinientos kilómetros de costa, con centro en Praia do Forte. Hay en cautiverio cuatro especies, de las diez existentes en el mundo. 

Mucha gente no lo sabe, pero Brasil nació en el  noroeste, precisamente en Puerto Seguro, Estado de Bahía. A comienzos de la colonización europea, la región fue el centro cultural, económico y social del país. Hoy esta zona conserva toda la tradición cultural de los colonos, mezclada a las influencias africanas que marcan su arquitectura, música, baile y cocina. Pero además de esta fascinante historia, sus playas, dunas, arenas blancas y aguas transparentes la convierten en una exótica Costa Dorada.

A lo largo de toda la costa, el clima es bastante cálido, pero la brisa del mar proporciona un fresco agradable. El sol luce casi los 365 días del año, con temperatura media de 28º C.

Esta zona se caracteriza por ser una de las más ricas e interesantes del país. El encanto del candombe, la alegría de los ritmos del frevo, lambada y del forró, sumado a las artesanías populares y los artistas callejeros constituyen una atracción imperdible.

La culinaria Nordestina es una mezcla de culturas diferentes e influencias traídas por los colonizadores. Probar los platos de la cocina del noroeste de Brasil es casi lo mismo que probar un bocado de su historia. Algunas de las comidas típicas: cangrejos y peces fritos.

Acarajé: son buñuelos de pasta de porotos frito en aceite de “dende” y relleno con salsa de pimienta y camarones secos. Casiquinha de Siri: carne de cangrejo rehogada en salsa verde con especias y harina de mandioca espolvoreada, se sirve en la propia concha del cangrejo. La feijoada es el plato nacional brasileño. Estas son algunos de las exquisitas especialidades del lugar.

Salvador Bahía

Es conocida como la tierra de la felicidad. Todo es alegría y belleza: las playas, las fiestas populares, la cultura afro-brasileña, las iglesias, el caserío colonial y el famoso carnaval de la calle son atracciones inolvidables para los turistas. De diciembre a marzo están ocupadas todas las plazas con que cuenta la red hotelera de la ciudad.

Son 80 kilómetros de playas, que comienzan en la Ciudad Baja, y se extienden por el litoral norte. Es  muy pintoresca, se caracteriza por sus edificios con arquitectura barroca y colonial. Las construcciones más típicas son las iglesias -no sólo por su variedad, sino por el  trabajo arquitectónico-, que se apiñan en el Pelourinho, el delicioso barrio colonial situado en la ciudad alta. La Catedral Basílica es una imponente construcción del siglo XVIII realizada por los jesuitas.

El artesanato es un mercado que expone una impresionante variedad de productos textiles, madera y cerámicas; abundan los artículos de paja y cáñamo: canastos, bolsos, sombreros, esteras y zapatillas.

Bahía es tierra de grandes inspiraciones poéticas y musicales. Caetano Veloso, nativo del lugar, le dedicó una canción, que en una de sus estrofas dice: “No soy de aquí, ni soy de allá, soy de Bahía de San Salvador”. EFE/ Reportajes

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