Con intencional menoscabo de sus mínimas virtudes, el actual liderazgo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) puede compararse con el trapo y el papel, sobre todo por el simbolismo envuelto en ambos elementos: El trapo recuerda la pobreza, el populismo, la chabacanería, el relajo, la ignorancia y la terquedad; el papel refleja apariencia, astucia, volubilidad, maleabilidad, variación de colores y legalización; ambos mantienen una lucha desigual porque el papel tiene padrinos no declarados que, con todo el peso de su poder, lo hacen aparecer como legal, mientras el trapo se mantiene contestatario y activo, sin darse por vencido, apoyado en su populismo. 

Es inexplicable cómo los cerebros privilegiados de la dirigencia histórica y de reciente protagonismo en el PRD, se han dejado absorber por un líder de trapo y otro de papel, sin aislarlos, detenerlos y execrarlos institucionalmente, para acabar con el circo grotesco que mantienen, matándose entre compañeros para apropiarse de la herencia política representada por la dirección del partido. Ellos deberían entender que, tanto el trapo como el papel están viejos y sucios; el trapo se bota y puede desaparecer, pero es difícil descartar o botar al papel, aunque sea viejo y sucio, cuando su verdadero nombre y apellido es Papel Moneda, corrupto y corruptor, comprando y  vendiendo voluntades sin escrúpulos, dividiendo y destruyendo un partido forjador de historia dominicana.

Abandonando el simbolismo y entrando a la realidad, Hipólito Mejía no tiene habilidades y dinero suficientes para derrotar a Miguel Vargas y sus padrinos, pero la inconducta de ambos puede dividir o destruir al PRD, a menos que otros cerebros dentro de la organización se pongan las pilas.