PRD y PLD evaden tratar lío bancario y la economía

PRD y PLD evaden tratar lío bancario y la economía

SANTO DOMINGO.— En la medida que se aproximan las elecciones presidenciales del 16 de mayo, la campaña se vuelve personal y desagradable, y lo que deberían ser los temas centrales, el peor escándalo bancario del país y la crisis económica nacional que disparó la tasa de cambio, apenas aparecen en el orden del día.

Esto refleja la profunda dependencia de los dos principales partidos de este país de la corrupción y la amplia aceptación pública de que esto es inevitable.

El tema está recibiendo poca atención debido a que quienquiera que forme parte del nuevo gobierno tendrá que imponer fuertes medidas de austeridad a una población ya exasperada por una caída lacerante en los niveles de vida, advierten los analistas.

Las elecciones enfrentan al presidente Hipólito Mejía del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) contra Leonel A. Fernández, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), un abogado criado en el Bronx que fue presidente desde 1996 a 2000, y que disfruta de una fuerte ventaja en las encuestas.

La peor crisis económica del país en décadas ya ha despertado choques en las calles entre manifestantes y los cuerpos de seguridad, a quienes Aministía Internacional criticó en un informe del primero de marzo por emplear una fuerza excesiva que dejó más de una docena de muertos y cientos de personas arrestadas.

[b]ECONOMÍA QUE SE HUNDE[/b]

El vuelco ha sido sensacional y los pesares económicas distan mucho de haber concluido. “Hasta hace dos años, este país estaba considerado un milagro económico por las mayores agencias internacionales. Ahora es como vivir en otro país”, dijo José Oviedo, director del programa de administración pública de la Universidad Católica Madre y Maestra (UCSD).

“Tendrá que haber un plan de austeridad, que probablemente sea impopular, y creo que el gobierno tendrá muchas dificultades durante los próximos dos años”, comentó.

Funcionarios del Banco Central dominicano están tratando de renegociar una deuda bilateral con los países del Club de París e intentan evitar un incumplimiento en los pagos de los bonos soberanos por US$1.1 millardos esta semana, reportó Reuters el 9 de marzo.

Conscientes de la atmósfera cargada, los donantes internacionales han mantenido la llave de la ayuda abierta -con una inyección reciente de US$250 millones del Banco Interamericano de Desarrollo (BI). Esto ha ayudado a cubrir las importaciones de combustible necesarias para mantener las luces encendidas, lo que llaman algunos aquí la “electricidad política”.

El señor Mejía carga con la mayoría de las culpas aquí y en el extranjero por el caos actual debido a su errática y a veces inepta política económica. Muchos dominicanos se quejan también de que el populismo del Presidente llevó a un deterioro marcado en el gobierno, ahora cargado de partidarios de Mejía de dudosa calificación.

La economía del país cayó en picada después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, cuando el turismo estadounidense se secó y durante la desaceleración económica que vino después. Los estadounidense compran el 87% de las exportaciones dominicanas.

Se culpa a las políticas de Mejía por agravar las consecuencias, en particular, su respuesta al escándalo económico en el cual uno de los principales bancos privados del país, Banco Intercontinental (BANINTER), quebró en abril de 2003, en medio de evidencias masivas de fraude.

Contrario al asesoramiento internacional, el presidente decidió asumir un rescate total, contraviniendo la ley bancaria interna, que limita la cobertura de los depósitos. Esta generosidad le cuesta a los contribuyentes dos tercios del presupuesto anual del gobierno. Los US$2.2 millardos representan también 15% del producto interno bruto (PIB) del país, una pérdida que posteriormente creció a 20% debido a otros dos quiebras bancarias.

Con esto terminó la confianza en el peso dominicano, cuyo valor cayó en 50% y se disparó la inflación.

“Este caso a golpeado a toda la sociedad dominicana”, dijo Elena Villeya de Paliza, presidenta de la mayor asociación de empresarios del país, el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP).

Villeya de Paliza dijo a Latin Trade, una publicación regional de negocios: “la comunidad de la empresa privada exige [el proceso a los responsables] con transparencia y estricta adherencia a la ley”.

Pocos dominicanos creen que habrá cambios. “En este país, la justicia se vende”, observó un taxista.

[b]CORRUPCIÓN RAMPANTE[/b]

Diplomáticos de Estados Unidos han estado regañando a los dominicanos al decirle que se trata de un caso crítico de independencia contra corrupción.

“Les recuerdo que los resultados del ejecutivo y las instituciones judiciales están siendo observadas muy de cerca, en todo el mundo, para ver si cumplirá el reto del caso BANINTER”, advirtió Hans Hertell, el embajador estadounidense, a un grupo de empresarios el mes pasado.

En privado, los diplomáticos estadounidenses se preguntan si el tema no habrá sido barrido ya debajo de la alfombra nacional, puesto que no lo han mantenido bajo las luminarias.

Un juez de instrucción, que hace funciones parecidas a las de un gran jurado en Estados Unidos, debió presentar el verano pasado un resumen legal que estableciera la causa probable de la quiebra bancaria; pero al contrario, la Suprema Corte está achatada, porque hay una moción de la defensa para sacar al juez del caso.

Entretanto, Ramón (Ramoncito) Báez, el vástago de la banca que concibió el banco secreto de BANINTER, que durante años había estado cultivando en prácticamente toda la clase política con dinero fácil y pagando por un enorme imperio mediático, salió de la cárcel en Navidad gracias a una fianza de RD$3 millones.

La mayoría de los dominicanos está convencida de que esos pocos meses en la cárcel será el único tiempo que guardará prisión.

De igual forma defienden que otro gobierno -incluyendo un regreso al poder de Fernández- no significaría nada diferente.

Fernández trabajó como asesor legal de BANINTER y el moderno edifico de oficinas que alberga su Fundación para la Democracia Global y el Desarrollo, se dice que fue donado por el señor Báez.

[b]POCAS OPCIONES[/b]

Políticos como estos que se sirven a sí mismos tienen preocupados a más dominicanos porque el país se encamine por la misma vía que Venezuela, donde el disgusto público condujo al régimen militar populista de Hugo Chávez.

Esta posibilidad siguen siendo remota. Los partidos mantienen fuerte lealtad y los militares hace tiempo aceptaron el control civil, una jerarquía que Fernández ayudó a consolidar.

Por otra parte, Mejía ha estado coqueteando con el Ejército, incluyendo el permiso al actual secretario de las Fuerzas Armadas, teniente general Miguel Soto Jiménez, de quedarse más allá del límite establecido de dos años.

Los dos partidos principales son pro Estados Unidos y respaldan los acuerdos de libre comercio. Las diferencias principales surgen de sus bases de apoyo principales: el PLD en las clases media y profesional y el PRD más populista.

Una encuesta reciente de Gallup reveló un apoyo del 63% para el PLD de Fernández, cuya administración anterior fue bendecida por fuertes influjos de inversión extranjera y alza en el turismo, que se recuerda ahora con nostalgia por la estabilidad de los precios.

Mejía registró un escaso apoyo de 15%. No obstante, nadie lo da por excluido. Nadie se engaña con su decisión para mantenerse en el cargo. Enmendó la Constitución para permitirse postularse para un segundo periodo. Esa prohibición impidió que Fernández buscara otro período, que probablemente hubiera podido ganar.

También Mejía superó una intensa oposición dentro del partido a su candidatura, persuadiendo posteriormente a uno de sus más fuertes rivales internos para convertirlo en su socio vicepresidencial, una señal de consolidación del partido.

El PRD cuenta con 1.4 millones de miembros, comparados con los 700,000 del PLD. Esto hace en cifras redondas 45% de los 3.2 millones de electores que se espera vayan a votar, aunque muchos de los dominicanos más pobres, aparentemente, se unen a múltiples partidos para aumentar sus ingresos a cuenta gotas.

Una alianza con el tercer mayor partido le daría al señor Mejía solo un tercio del voto total, una brecha difícil de cerrar en dos meses. Sin embargo, dada la volátil historia electoral del país, nadie -en especial Fernández- está excluyendo trucos de última hora.

Se espera contar con un batallón de observadores internacionales, así como mejorías en el proceso, que hacen poco probable un fraude masivo.

Muchos dominicanos insisten también en que sus conciudadanos ya no toleran la subversión electoral grosera. Solo 4% mencionó la corrupción como una preocupación importante en un sondeo reciente.

Por lo general muy medido en sus palabras, Fernández asombró a algunos con un ataque personal, ridiculizando la inteligencia de Mejía y existe preocupación de que los debates televisivos, que defiende el embajador de Estados Unidos, pudieran atizar las tensiones políticas.

Si Fernández resulta vencedor, puede esperarse que restablezca la estabilidad económica, pero nadie debe esperar un desafío fundamental a la corrupción o un compromiso con temas de justicia social, como la redistribución económica, dicen fuentes que lo han conocido durante décadas.

El país padece de una marcada desigualdad. La mitad más pobres de la población recibe menos de una quinta parte del PIB, mientras que el 10% más rico disfruta de casi 40% del ingreso nacional, y aún antes de la crisis, uno de cada cuatro dominicanos estaba viviendo en la pobreza.

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