Pérdidas de empleos con la aplicación DR-CAFTA

<p>Pérdidas de empleos con la aplicación DR-CAFTA</p>

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
Comenté la semana pasada que en términos netos y por lo menos en el corto plazo los dominicanos perdemos empleos con la implementación del libre comercio con los Estados Unidos, expliqué que no existe base ni teórica ni estadística para asegurar que en los mercados y supermercados se reducirá el precio promedio de los productos estadounidenses importados, de modo que no se puede decir que el consumidor saldrá beneficiado en el corto plazo, que en los Estados Unidos no se eliminarán aranceles de productos con valor agregado alto que en el corto y mediano plazo los dominicanos estemos en condiciones de producir, y que sin embargo, era  muy probable que en el mismo corto plazo se desviaran hacia los Estados Unidos importaciones que  realizamos desde países europeos y asiáticos. El trabajo levantó voces y un montón de comentarios, algunos pidiéndome que ampliara mi punto de vista, lo que me propongo hacer de inmediato.

Soy de los piensan que si en verdad los Estados Unidos querían apoyar el libre mercado en República Dominicana, bastaba que lo hicieran en un documento de diez ó quinces páginas, eran suficientes para aperturar su mercado sin condiciones económicas ni de otra naturaleza, y con esto no estoy diciendo nada que sea nuevo, hay precedente, la Union Europea lo hizo en el 2001, eliminó aranceles y otras distorsiones para que los países pobres del mundo pudieran exportar sus productos. Fue buena la intención, aúnque reconozco que por razones que no discuto aquí no se haya podido implementar con resultados positivos para los países pobres. De haber tomado semejante iniciativa, lo que Estados Unidos y República Dominicana podían esperar era un aumento del bienestar de los consumidores, los del norte hubiesen ganado con rebajas en el precio de los productos importados y República Dominicana un aumento en el empleo y ensanchamiento del mercado interno, poniendo al consumidor en condiciones para aumentar sus compras a los Estados Unidos.

 

En cambio lo que se firmó fue un tratado de miles de páginas que pocos han leído y que menos entienden, con muchas barreras técnicas que obstaculizan el libre comercio (por ejemplo, las condiciones fitosanitarias aplicadas a los productos dominicanos. En ocasiones, cuando conviene, se aplica para restrigir las exportaciones), redactado por abogados para que los mismos abogados tengan muchos trabajos e ingresos interpretándolo. Como fue redactado por el grande y firmado por el chiquito, el documento refleja el desequilibrio de poder, y quiero remachar que es independiente de la calidad del equipo negociador del chiquito, porque sin duda en el caso de República Dominicana fuimos representados por funcionarios y técnicos talentosos que hicieron un esfuerzo extraordinario para lograr lo mejor que se podía. Pero del lado opuesto también había talento, con la ventaja de que redactaron el documento base, además con experiencia acumulada discutiendo lo mismo en diferentes escenarios mundiales. Un ejemplo de la desproporción se tiene con el fracaso de las negociaciones en la Ronda de Doha (en Qatar), los Estados Unidos y los países desarrollados no pudieron imponer sus condiciones con relación a los subsidios, los derechos de propiedad intelectual y en lo relativo a la liberación del mercado financiero, fracasaron las negociaciones multilaterlaes entre países ricos y pobres para un libre comercio mundial; sin embargo, en las negociaciones bilaterales del Dr-Cafta los Estados Unidos con relativa facilidad lograron imponerlas.

Las consecuencias negativas, puntualizadas por los países pobres en la Ronda de Doha y que impidieron el asunto, no sólo no se tomaron en cuenta en las negociaciones bilaterales, son condicionantes sin las que no se ejecuta el Dr-Cafta. Los dominicanos pagaremos el costo, productos tan sensibles como las medicinas aumentarán de precios porque a diferencia de los países pequeños representados en Doha, el gobierno del Dr. Fernández ni siquiera estudió las consecuencias cuando se lanzó a cambiar leyes, decretos y reglamentos, sólo para ajustarse a las nuevas exigencias; de haberlo hecho se hubiese dado cuenta de que los pobres y muy pobres serán los grandes perdedores con el endurecimiento de los requisitos para las patentes, no hay que ser experto para darse cuenta de que vendrán aumentos de precios de las medicinas de todos tipos y que el gobierno dominicano nada podrá hacer, porque además el mercado doméstico estará monopolizado por las grandes corporaciones norteamericanas.

Porqué se firmó? Uno de los argumentos, que a República Dominicana vendrían inversiones extranjeras para aprovechar el acceso al gran mercado, y la teoría así lo dice, sin embargo, en la práctica el asunto no es tan lineal; además de estabilidad en la política fiscal y monetaria, la existencia de infraestructura adecuada, tranquilidad política y social, los inversionistas mayores, los que transfieren tecnologías, requieren que los gobiernos invierten en educación, sin conocimientos no es posible producir y exportar productos de alto valor agregado. Dominicanos y extranjeros saben que en educación el gobierno actual de República Dominicana invierte menos del 2% del presupuesto, muy por debajo de la media de américa Latina, y que la fuerza laboral dominicana no tiene el entrenamiento para crear productos con valor agregado alto, con elevada productividad laboral, para competir con las corporaciones establecidas en los Estados Unidos. Es discutible pues que las inversiones lloverán.

Descartada esa posibilidad, por lo menos para el corto plazo, se puede decir que se firmó y el gobierno del Presidente Fernández ruega su implementación a cualquier costo, por “miedo” a que se pierden tratamientos especiales que hemos recibido de los Estados Unidos desde la década de los ochenta, facilidades ampliadas en 1996 a través del Programa de Acceso Especial, en el 2000 con la paridad Nafta y en el 2002 cuando se incluyeron productos de mayor valor agregado. Es decir, para que se mantuvieran los puestos de trabajo en las zonas francas, que ahora se pierden por otra razón, el gobierno del Presidente Fernández no da pie con bola, desde agosto del 2004 aplica una política económica destructiva para los generadores de divisas. Pero los empleos pocos remunerados de las zonas francas tampoco estaban asegurados con el libre comercio, los bajos salarios que paga China es una amenaza permanente para los productos con bajo valor agregado, y como en el corto plazo puede esperarse ganancias de empleos con mejor salario para el trabajador, no dice la verdad el que afirma que se producirá un aumento de la renta percápita con motivo del libre comercio. Como el desempleo ya es alto en República Dominicana, su aumento implicará mayor desafío para los futuros gobernantes, será mayor la pobreza.

Cuando hablo de un aumento de riesgos para las empresas dominicanas me refiero a que se puede esperar que productos procedentes del campo sean desplazados por los provenientes de Estados Unidos con motivo de los subsidios. Eso no sería libre comercio, calificaría como comercio injusto; lo justo debió ser que si los Estados Unidos mantienen subsidios a los productos, República Dominicana tenía que reservarse el derecho de establecer tarifas para equilibrar el asunto, para compensar y evitar el desplazamiento de productores dominicanos. Que no me digan que se protegieron algunos productos del campo, que la desgravación será en 20 años, porque los dominicanos debimos reservarnos el derecho de imponer nuevas tarifas para proteger los productos dominicanos que compiten con productos subsidiados en los Estados Unidos. O se eliminan los subsidios o tenemos derecho a establecer nuevas tarifas, así de fácil debió haber sido. Adam Smith, el padre de la economía moderna, a ojo cerrado creía que el libre comercio beneficiaba a todos, se refería a un mundo perfecto, sin riesgos ni distorsiones como los subsidios, en su mundo los trabajadores dominicanos no tendrían preocupación de perder sus empleos. El libre comercio con los Estados Unidos por mucho se aleja del mundo ideal de Adam Smith.

Datos de un producto específico

Los subsidios tienen otras implicaciones a las que me quiero referir brevemente; para su mayor comprensión cito datos de un producto específico aportados por Joseph E. Stiglitz en el capitulo 3 de su libro Making Globalization Work. La idea puede generalizarse a otros productos que reciben subsidios. Los cultivadores de algodón de los Estados Unidos como subsidio reciben más de 4 mil millones de dólares anuales, un incentivo para elevar la producción.

En la práctica, mientras más contribuyen a elevar la oferta mundial de algodón, mayores son los beneficios que reciben, pero al mismo tiempo menores los ingresos de los productores de algodón de países pobres; con el incremento en la oferta mundial el precio del algodón se reduce. Es el pequeño agricultor en los Estados Unidos el que se beneficia? Con el tiempo las grandes corporaciones se han quedado con las tierras, se las han comprado a los pequeños productores que prefirieron venderlas para aprovechar el aumento de precio de los activos con motivo de los subsidios.

Como la producción de algodón está en mano de las grandes corporaciones, para elevar la productividad su cultivo es intensivo en capital, son fuertes las inversiones en fertilizantes y herbicidas, inversiones que los productores de pequeños  países no pueden realizar; es la razón por la que la producción subsidiada exportada por las grandes corporaciones desplaza al pequeño productor, probablemente lo que sucedará en el corto plazo en la economía dominicana, aúnque la desgravación arancelaria se realice en 20 años. De habernos reservados el derecho de aplicar tarifas para compensar por los subsidios, el riesgo no existiría o sería menor.

La creación de empleos en República Dominicana, para reducir la emigración, fue lo que Estados Unidos tuvo en cuenta cuando inicialmente otorgó las facilidades arancelarias en la década de los ochenta. Puede decirse que en cierta medida se logró el objetivo, algunos reportes hablan de una reducción de la velocidad que tenía la emigración hacia los Estados Unidos; sin embargo, con el Dr-Cafta se pierden empleos en el corto plazo, y si lo anterior fue cierto, podría esperarse un aumento de la emigración, por lo que en buenas aritméticas a ambos, a los Estados Unidos y República Dominicana, podría convenir la alternativa (si es que existe) de mantener del programa aún vigente para evitar que la ganancia comercial de corto plazo de los Estados Unidos con el Dr-Cafta implique un mayor flujo de dominicanos hacia New York.

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