Precariedad en los municipios

Precariedad en los municipios

Salvo excepciones que tienen que ver con el desempeño económico de sus demarcaciones, los ayuntamientos viven sumidos en la precariedad. Varios ingredientes influyen en esa situación que se traduce en baja calidad de los servicios y realizaciones. En algunas demarcaciones los arbitrios no garantizan ingresos suficientes para finan- ciar toda la actividad y a eso hay que sumar el hecho incomprensible de que el Poder Ejecutivo le regatea a los ayuntamientos la proporción del presupuesto nacional que por mandato de ley les corresponde, y que es de un 10%.

Aparte de no darles lo que les corresponde, el Gobierno Central ha asumido tareas que corresponden a los ayuntamientos, debilitando sus estructuras institucionales y distorsionando el papel que les corresponde. Es necesario asumir el compromiso de reanimar la funcionalidad de los gobiernos municipales, devolviéndoles toda su autoridad y asignándoles la proporción del presupuesto que dispone la ley. Lo demás sería supervisar que los ayuntamientos cumplan al pie de la letra las normas administrativas y que distribuyan sus  recursos de manera que se privilegie la inversión y se respeten los límites de gastos, sobre todo en materia de nóminas. Los ayuntamientos  contribuyen a descentralizar la función pública. Es necesario que vuelvan a ser verdaderos gobiernos municipales.

 

Intransigencia absoluta

La Secretaría de Interior y Policía policía debe adoptar una posición de radical intransigencia ante el reclamo de los dueños de colmadones para que se les permita  vender bebidas alcohólicas sin restricciones durante las celebraciones de Navidad. Ceder a la aspiración de estos negocios es condenar a vecindarios enteros a sufrir ruido, ocupación de áreas comunes y al permanente temor de que cualquier borracho encienda la chispa de una tragedia.

 En cuestiones de tranquilidad pública no hay que andarse con medias tintas populistas. Radicalmente no debe ser la respuesta, haciendo valer las restricciones de horario de venta de bebidas y prohibiendo la ocupación de aceras y calles . El colmadón es una desnaturalización de dos tipos de negocios de papeles específicos, pues introduce en el auténtico centro de expendio de provisiones las imcompatibles características de bares y discotecas. Que sea un “no” intransigente y absoluto.

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