Precedente vergonzoso

Precedente vergonzoso

Cuál es el mérito que tiene la justicia en “negociar» con un delincuente para que se declare culpable en un juicio donde las pruebas en su contra son tan contundentes que facilitarían su condena?

Lo único que permite esta acción es la festinación de un proceso que se sancocha en poco tiempo, no obstante a que el imputado guarda prisión preventiva por las evidencias en su contra.

En el caso del confeso falsificador de medicamentos y dirigente reformista José del Carmen Cruz, parece que más que la benevolencia de las autoridades por su supuesto estado de salud, primaron otros intereses.

Da la impresión que la fiscalía no deseaba un juicio público, oral y contradictorio donde podrían haberse revelado los nombres de los posibles cómplices que desde la administración pública facilitaron las acciones de este.

Porque nadie sensato admite que un fraude de este tipo con tantos beneficios económicos e implicaciones pudiera llevarse a cabo por tanto tiempo sin la complicidad de gente de adentro.

Pero la modalidad, tan desacreditada en los Estados Unidos, de negociar con los imputados, parece que se aplicará a los delincuentes políticos que tanto abundan en nuestro medio.

Producto de estas negociaciones, el señor Cruz hoy disfruta de libertad y de los millones y propiedades devueltas, junto a los miembros de su familia que participaban en el crimen de falsificar medicamentos.

Quedan en el aire tres preguntas: ¿Cuántos infelices murieron a causa de esa fechoría?, ¿a quiénes más favoreció la extraña «negociación» de la fiscalía del Distrito?, y lo devuelto, ¿fue producto de una incuestionable herencia?

Esas son las dudas que hunden cada día más en el total descrédito a nuestra controvertible justicia.

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