JOSÉ RIVAS TAVAREZ
Los precios si pueden bajar, porque diversos factores de costo para adquirir inventarios de bienes terminados, así como bienes de capital y materias primas, han disminuido considerablemente para favorecer a los productores y población de consumidores.
Solo la realidad material debe determinar la percepción sobre las circunstancias económicas, en estos momentos. Lo demás es retórica vacua, que de ningún modo puede convertirse en argumento válido para justificar mentiras.
Es una lástima que el señor Arturo Martinez Moya, persona inteligente con conocimientos sólidos de los principios económicos que rigen el desenvolvimiento de la nación, no logre entender las circunstancias comerciales actuales, la realidad en que vivimos y los cambios introducidos hasta el presente, obnubilado por la miopía política de sus compromisos, olvidando la realidad objetiva y su verdadero compromiso técnico/profesional.
El Presidente de la República prometió, al tomar posesión de su cargo, bajar los precios de los bienes de la canasta familiar y ha estado cumpliendo en gran parte ese compromiso, según indican las cifras macroeconómicas.
Pero también bastaría realizar una pequeña encuesta en tiendas y mercados. Pero si eso no fuera suficiente, los niveles de inflación que indican las cifras del Banco Central, y todos los organismos internacionales, muestran un comportamiento moderado de los precios, fruto del incremento de la oferta productiva, las importaciones de bienes en general y sobre todo por la estrepitosa caída de la llamada prima del dólar (del 56 pesos x 1 dólar a 32 pesos x 1 dólar), niveles donde que ha mantenido desde hace más de tres años.
No se trata solamente que la tasa de inflación ha reducido su ritmo de crecimiento a niveles no registrados anteriormente, sino que la estabilidad económica ha favorecido el desenvolvimiento comercial, a diferencia de los estallidos neuróticos en los precios, registrados en el gobierno anterior del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), lo que en comparación con la actualidad permite definir un ambiente de negocio ampliado y una oferta de bienes más diversificada.
Esa situación de crecimiento del PIB manteniendo la estabilidad económica, comportamiento moderado de la tasa de inflación, prima del dólar con poca variaciones, dibuja una realidad después de tres años, donde solo la ausencia de objetividad profesional pueden llevar a colocarse del lado de los que defienden que los precios no pueden bajar. Es totalmente falso el argumento de que el aumento de los costos provocados por el gobierno supera el sacrificio fiscal. No existe la más mínima demostración científica que permita mantener esa aseveración. Lo único cierto es que la demanda de bienes ha crecido fruto de los niveles de incremento del PIB y que la actividad industrial agropecuaria y comercio han continuado aumentando en los últimos tres años.
Habría que estimar qué situación puede beneficiar a empresarios y consumidores, si aquella donde el tipo de cambio (del 56 pesos x 1 dólar) mostraba una moneda devaluada, que actuaba como un poderoso factor inflacionario, con una comisión cambiaria del 13% para todas las importaciones de bienes, y donde los aranceles aplicados promedio eran del orden de 20% ; o la situación actual donde el PIB ha estado creciendo continuamente, los precios mantienen una relativa estabilidad (o descendiendo en muchos casos) donde los aranceles promedio han disminuido de modo apreciable, bajando a tan solo el promedio del 8%, donde además, la entrada en vigencia del CAFTA ha permitido colocar 4,327 líneas arancelarias en cero inmediato (dentro de ellas, 2,911 colocada en arancel cero sin importar su origen, en la reforma arancelaria anterior a la entrada en vigencia del TLC), donde fue eliminado la Comisión Cambiaria de 13% , donde el impuesto selectivo al consumo ha disminuido de modo apreciable, factores que han estado incidiendo en los costos de producción de las empresas y en el valor de los inventarios de mercaderías. Vincular liberalización comercial y estabilidad cambiaria con rigidez en los precios al consumidor es hacer una inferencia un poco atrevida., más bien muy alejada de la realidad de la República Dominicana.
La liberalización comercial no es un fin en si mismo, todo el mundo la entiende como una fase dentro de una estrategia de desarrollo integral. La negociación del DR-CAFTA no puede exhibirse como un modelo a imitar. Tres rondas de negociaciones llevadas atropelladamente requirieron de enormes ajustes y correcciones por las decisiones tomadas en el gobierno anterior. No obstante eso, lo cierto es que los aspectos beneficiosos de cualquier acuerdo de liberalización comercial no pueden hacerse efectivo en la población si la tasa de cambio resulta incrementada, más allá de los niveles que la prudencia financiera y monetaria indican, tal como lo explican las autoridades del Banco Central de la República Dominicana.
Las reformas arancelarias han tenido objetivos bien definidos dentro de la estrategia económica del Gobierno. Primero para soltar la rémora de la Comisión Cambiaria (13%), dejada por el Gobierno anterior; luego para satisfacer peticiones de empresarios industriales; lo que permitió colocar tasa cero en las líneas arancelarias correspondientes a las materias primas, insumos y bienes de capital, además de los medicamentos importados.
La última reforma tuvo como finalidad preparar el terreno para el cumplimiento de los compromisos del DR-CAFTA, lo que llevó a desgravación de unas 4,327 líneas arancelarias, algunas de ellas (2,911) colocadas en cero en la reforma anterior.