El siempre acertado y prudente gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, esparció un ansiolítico mezclado con una contundente advertencia a los agentes económicos en el sentido de abstenerse de especular porque no existen motivos para esa cabriola perversa.

Los informes reportan un crecimiento en la macroeconomía del turismo y zonas francas industriales, que secundan las comunicaciones (teléfonos celulares y computadoras), auge agropecuario y obras de infraestructuras del Estado.

Indexar, categorizó Valdez Albizu, no traduce crear nuevos impuestos ni aventar la glotonería fiscal, sino corregir el Selectivo al Consumo desde la óptica de como evoluciona la inflación y la observancia a la Ley de Hidrocarburos.

Es lo que avala el correcto editorial de La Información del 12 del cursante mes al precisar la estabilidad cambiaria con apenas un 2% de depreciación.

Que la paridad cambiaria de pesos a dólares haya rozado el 37×1 es reiterativo en esta época en que el comercio procede a adquirir el inventario de las mercancías que se expenderán en Pascuas y Año Nuevo, y eso es Perogrullo.

También el respetado economista Gustavo Volmar, en su asidua columna GV del 12 de ese mes, reconoce el valor de las providencias en procura de la estabilidad macroeconómica y cambiaria.

Valdez Albizu y su idóneo equipo secundador integrado por Pedro Silverio y Clarissa de la Rocha, entre otros, conocen a ciencia cierta por experiencia y estudio, que así como los felinos cazan sus presas trinchándoles el cocote, de esa misma manera se afirman o sucumben los gobiernos ante el veredicto inapelab1e de los ciudadanos consultados en las urnas.

Por el cocote de la economía al momento de elegir.