Prédica de castidad en el país de
la samba y el erotismo

Prédica de castidad en el país de<BR>la samba y el erotismo

En medio de una prolongada polémica entre Episcopado y gobierno por temas sexuales, Benedicto XVI llegó a Brasil para predicar «castidad», en un país de sensualidad exuberante y con una edad de iniciación al sexo de las más tempranas del mundo.

De la exigencia de «castidad dentro y fuera del matrimonio», que pronunció el Papa en un encuentro con 40.000 jóvenes en Sao Paulo, Benedicto XVI puede obtener la misma respuesta que si hubiese proferido un sermón en medio del desierto, puesto que los brasileños muestran estar muy liberados en cuestiones sexuales.

Un reciente sondeo encargado por la organización Católicas por el Derecho a Decidir, que quiere una mayor libertad sexual para los seguidores de esa religión, descubrió que un 79 por ciento de los católicos brasileños aprueba las relaciones sexuales antes del matrimonio, pese a los mandatos del Vaticano.

Según ese mismo estudio, un 96 por ciento de los encuestados está a favor del uso de preservativos que la Iglesia prohíbe. Y, a pesar del inmovilismo eclesiástico en estas cuestiones, un 88 por ciento también consideró que una persona «puede usar métodos anticonceptivos y seguir siendo una buena católica».

A pesar de la desobediencia general de los brasileños en estas cuestiones y de las continuas críticas del Episcopado brasileño a las políticas de reparto de preservativos en las escuelas de los programas contra el sida del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, Benedicto XVI pasó por alto estos temas en su reunión con el presidente brasileño, el pasado 10 de mayo.

Joseph Ratzinger, quien inició el 9 de mayo una visita pastoral de cinco días a Brasil, prefirió guardar su doctrina para sus apariciones públicas.

El líder religioso no dudó en denunciar el aborto y la eutanasia en su primer discurso, minutos después de pisar el suelo brasileño. Después defendería la castidad, en su encuentro con los jóvenes, y arremetió contra los medios de comunicación que «ridiculizan» el matrimonio y la virginidad antes del casamiento, durante una misa multitudinaria celebrada en un aeródromo de Sao Paulo.

También aseguró a su llegada que la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), que inaugura el 13 de mayo, ayudará a promover «el respeto de la vida desde el momento de la concepción hasta su declive natural».

En estas últimas semanas, el tema del aborto y del uso de preservativos ha servido para una guerra de declaraciones entre el gobierno y obispos, que no han dudado en arremeter duro contra las costumbres sexuales del pueblo brasileño.

El nuevo secretario general del Episcopado, Dimas Barbosa, atacó el pasado 8 de mayo la precocidad y la activa vida sexual de los brasileños. El representante eclesiástico aseguró que el «enrollarse» una noche con una persona «antes era propio de prostitutas y hoy es costumbre de las adolescentes».

Un estudio realizado por la UNESCO, publicado el año pasado, reveló que dos de cada tres jóvenes brasileños inició su vida sexual antes de cumplir 16 años, y un 16,1 por ciento de los encuestados dijo haber mantenido su primera relación sexual antes de cumplir 13 años.

DIA DE LA HIPOCRESÍA

Lula, en marzo pasado, argumentó que el sexo «es algo que le gusta a casi todo el mundo y una necesidad orgánica», por lo que increpó a todos los que evitan que se debata sobre cuestiones de sexualidad, a que se creara un «Día Internacional contra la Hipocresía».

«Muchas veces no se debate» sobre el sexo «por eso de que ‘a mi mamá no le gusta, a mi papá no le gusta o a la Iglesia no le gusta'», afirmó el mandatario durante la presentación de una campaña para frenar el contagio del sida entre las mujeres.

Estas declaraciones hirieron profundamente a la alta jerarquía católica, cuyos representantes han intensificado las críticas a los programas gubernamentales contra el sida, que incluyen medidas como el reparto masivo de condones en las escuelas.

El arzobispo Geraldo Lyrio Rocha, nuevo presidente del Episcopado, comentó que estos programas no educan a la población y, por el contrario, sólo «favorecen la promiscuidad» y «estimulan precozmente» a los niños y los adolescentes.

La polémica por el aborto, atizada por las palabras del Papa, fue el motivo de una manifestación de católicos y evangélicos contra la mera posibilidad de que se abra el debate sobre la cuestión, en la víspera de la llegada de Ratzinger al país.

El motivo del revuelo de los religiosos fue que, semanas atrás, el ministro de Salud, José Gomes Temporao, abogó públicamente por organizar un referendo sobre la legalización del aborto.

Las declaraciones del ministro desataron la ira de las altas instituciones eclesiásticas, que consiguieron convocar en Brasilia a varios centenares de acólitos para amonestar a Temporao.

El propio Lula se pronunció en contra de la cirugía, aunque declaró de manera un tanto ambigua que «entiende» a «las jóvenes desesperadas por un embarazo no deseado».

Según el mandatario, «nadie aborta por gusto» y la mejor manera de reducir el elevado número de abortos en el país es «educación».

Para el presidente, no se puede cerrar los ojos ante la realidad que suponen las miles de jóvenes que cada año mueren en el país por causa de abortos clandestinos.

Un estudio publicado el año pasado por el diario «Folha de Sao Paulo» reveló que el 16,7 por ciento de las adolescentes en las ciudades de Río de Janeiro, Salvador y Porto Alegre, tres de las seis mayores urbes del país, se han practicado un aborto.

El aborto está permitido en Brasil sólo en casos de violación, riesgo de vida para la madre o fetos sin cerebro, en los que debe ser autorizado previamente por la justicia.

A pesar de la lluvia de declaraciones, Benedicto XVI no sacó el tema en su reunión con Lula, con quien discutió sobre juventud, la familia y la solidaridad internacional.

Después de su entrevista con el presidente, el Papa se reunió con líderes de otras confesiones religiosas, algunas de las cuales están arrebatando fieles al catolicismo en Brasil día a día.

La confesión que encabeza Ratzinger continúa siendo profesada por el 73 por ciento de la población, según cifras del 2000, y por el 68 por ciento según encuestas más recientes. Con todo, Brasil se mantiene como el país con más católicos del mundo, unos 155 millones según el Vaticano y en torno a 125, según centros de investigación católicos, que destacan el incremento de practicantes de religiones evangélicas y pentecostales.

El poder de convocatoria del Pontífice quedó demostrado en el encuentro con la juventud que mantuvo el 10 de mayo, que congregó a 40.000 personas en un gran estadio de Sao Paulo.

Muchos asistentes, según medios locales, demostraron su fidelidad por el líder católico pagando hasta 80 dólares por una entrada en la «reventa», aunque originariamente era una invitación gratuita distribuida por las diferentes diócesis.

El 11 de mayo y con entrada abierta, el Papa congregó a un millón de personas en el aeropuerto paulista del Campo de Marte, donde ofició una misa en la que canonizó al fraile Antonio de Santa Ana Galvao.

Después de los actos en Sao Paulo, Benedicto XVI se dirigió a Aparecida, la ciudad en que vivió el nuevo santo, donde se celebrará la V Conferencia de la CELAM, principal motivo del primer viaje del pontífice a América. EFE REPORTAJES.

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