Prefiero a Fernández que a Bosch

Prefiero a Fernández que a Bosch

Ser pijotero según el diccionario es producir hastío. Es una expresión despectiva. Pero en el habla dominicana, el pijotero es aquel que por cualquier retorcimiento del espíritu se niega a reconocer un mérito o condición ajena. Por ejemplo, un amigo recientemente me llamó pijotero por creer que negaba su condición de periodista al considerarlo empresario y médico, categorías profesionales a mi juicio de nivel superior. Así un piropo mal dicho fue percibido como un insulto.

En estos días de la apoteosis de Juan Bosch, con motivo del centenario de su nacimiento, se han dicho muchas cosas que al oírlas o leerlas dejan a uno rascándose las orejas o estregándose los ojos. Alguna gente cree que recordar que Bosch tenía un temperamento complicado es una ofensa. Otros creen que señalar cuan contradictoriamente variadas fueron sus teorías políticas es detractarlo. Incluso hay despistados que quieren negar u ocultar que él mismo, por su intransigencia y tozudez, fue parcialmente culpable por la manera en que concluyó su efímero gobierno.

He dicho antes que Bosch es un paradigma por muchas buenas razones, entre ellas que su categoría ética y sentido de la honestidad personal fueron extraordinarios. Igualmente, es el único gran caudillo y estadista criollo que voluntariamente se retiró dando paso a una generación nueva, un gesto de desprendimiento y generosidad sin parangón en nuestra historia. Las bondades de Bosch se abrillantan cuando se entiende que él era un hombre de carne y hueso cuyos defectos no le impidieron alcanzar la grandeza como estadista, político, literato y mentor de muchos jóvenes deslumbrados por su obra.

Ahora Leonel Fernández manifiesta su filiación boschista, como le corresponde, y muchos de los sospechosos habituales se han puesto de pijoteros a negarle al Presidente ese mérito. Mientras Bosch, a sus 54 años en 1963 y con la experiencia de haber asistido a presidentes en Cuba y Costa Rica, fue incapaz de preservarse en el poder pese a la inmensa buena voluntad del 63% del electorado que lo eligió; Fernández al llegar a los 54 años lleva ya tres presidencias, con más éxitos que fracasos, y luce ser uno de los políticos con mayor futuro, si no el que más.

Al reivindicar su boschismo, el Presidente Fernández está ante una hermosa oportunidad para reorganizar su gestión y consolidar su liderazgo. Bosch siempre supo quitarse cananas de encima…

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