Prefirieron la rebeldía a disfrutar de privilegios

Prefirieron la rebeldía a disfrutar de privilegios

La familia Bonnelly había sido adversa a Trujillo a comienzo de su mandato. La miseria y el hambre se apoderaron de sus miembros al igual que en las postrimerías de la dictadura cuando fueron marginados

POR ÁNGELA PEÑA

Pudieron vivir una juventud de ostentaciones, disfrutes, privilegios, comodidades e influencias pues no sólo procedían de una de las familias más aristocráticas de Santiago sino que, además, su padre ocupaba una prestante posición en la justicia y su tío era una de las figuras más vigorosas del régimen de Trujillo.

 Ellos mismos ya comenzaban a destacarse como brillantes profesionales, uno del Derecho, otro de la ingeniería civil y, paradójicamente, trabajaban para el Gobierno que combatieron. En sus lugares de trabajo enfrentaron el terror imperante y reclutaron adeptos para su causa revolucionaria.

 Carlos Sully Sebastián y Freddy Bonnelly, sin embargo, no habían olvidado las posturas antitrujillistas de ese padre y ese tío que debieron adherirse a la tiranía. Las palabras de su progenitor justificando al sátrapa con el argumento de “Trujillo es un mal necesario” los convirtió en rebeldes. El cruel asesinato de sus tres primos, Fello Valverde, Ramón Asensio y Lulú Quezada, expedicionarios de 1959, los impulsó a la lucha a pesar de los riesgos de su clase social, de sus cargos oficiales, de sus esposas, una de ellas en estado de gestación, y de sus hijos, entre los que había un recién nacido.

 Hoy es inexplicable verlos discurrir en la normalidad de la vida cotidiana después del infierno que sufrieron en “La 40”. Carlos Sully fue el primer apresado y cuando llevaron a Freddy a la cámara de torturas, a uno y otro debió romperles el corazón ese encuentro lacerante, atroz. El mayor desnudo y esposado recibiendo descargas de altos voltajes en sus partes más íntimas, sacando fuerzas y valor para exclamar al verlo conducido por el feroz torturador Johnny Abbes: “Él es mi hermano y no está involucrado. Sólo está enterado”.

 Entonces la saña de Candito Torres, Clodoveo Ortiz, Carela, Dante Minervino, Papi y César Rodríguez Villeta, Cholo Villeta, Luis José León Estévez (Pechito), el “Molusco Cambiaso”, Faustino Pérez, César Báez, entre otros famosos sicarios de “la Era” que recuerdan, aumentaron los corrientazos al sentado mientras el hermano recién llegado caía sin conciencia derribado por las potentes manos de Ortiz que le golpeaba los oídos.

 Recibieron golpizas indescriptibles, sus cuerpos lacerados eran un solo hematoma, durmieron desnudos y de pie. A Carlos Sully lo esposaban y el carcelero Carela se colgaba de las mancuernas, le pisaba los talones al caminar y le daba manoplazos en el tímpano. Freddy escuchaba impotente los alaridos de dolor de las torturas infligidas a Carlos Sully. Después le tocaría escucharlos al otro hermano que lo esperaba como un padre amoroso en la celda estrecha. Hecho un guiñapo, desfallecido, los compañeros le colocaban la cabeza sobre las piernas del hermano tierno.

 Dios premió el amoroso gesto de Carlos Sully. Un día, después del inevitable martirio, lo tiraron en la celda, cayó maltrecho y sintió las manos de un anciano en su cabeza. “Era otro preso, nunca supe quién era, nunca más lo vi, pero fue una sensación sublime después de haber estado recibiendo las torturas en la silla eléctrica”, confiesa.

 Carlos Sully Sebastián evade hablar de su historia. Aceptó a ruegos la entrevista. Freddy es más espontáneo aunque muy respetuoso del hermano que le supera en edad. En ocasiones parecen aún niños en sus desacuerdos en cuanto a situaciones y nombres. Las memorias de ese pasado glorioso y a la vez despiadado, las tiene el más pequeño en una extensa relación en la que no escapan compañeros que un día no volvieron a ver, crímenes nocturnos, como el de los  panfleteros de Santiago, episodios desgarradores, como el desolador espectáculo del cuerpo de Manolito Baquero con las heridas infectadas, llenas de gusanos que Freddy le extraía con el meñique, el rezo del Rosario impuesto por Luis González Peña (Papilín) al que ahorcaron porque no firmó una declaración involucrando a monseñor Pepén en el 14 de Junio, la peligrosa claustrofobia de Carlos Sully o las incontables veces que esposado junto a su hermano les chubaron pastores alemanes.

Complots de Carlos Sully

Carlos Sully nació el 16 de septiembre de 1928 y Federico Carlos (Freddy) el 6 de noviembre de 1931. Tienen un hermano mayor, Manuel Ulises, y son hijos de Consuelo Valverde y Manuel Ulises Bonnelly Fondeur, abogado, ex embajador ante la Santa Sede que, según cuentan, logró aprobación de Juan XXIII para la creación de la Universidad  Madre y Maestra. Estudiantes del Instituto Evangélico y de La Normal, recuerdan entre sus maestros a Onésimo Jiménez, Federico Izquierdo, Ana Idalia Liz, Américo Sánchez, Eugenio Valencia, Fela Santaella, Herminia Heureaux, Virgilio Peña (Peñita).

 Sus amigos de infancia eran Poppy Bermúdez, Bartolo Antuñano, Víctor Sagredo, Arturo y Máximo Grullón…. Cuando Carlos Sully se trasladó a la capital a iniciar carrera, dejó el apacible entorno de la calle Cuba con General Cabrera para vivir en una pensión de la Juan de Morfa con Bartolomé Colón. Al tocarle la Universidad a Freddy, la familia se mudó a Ciudad Trujillo y don Manuel Ulises, que era juez en Santiago, fue trasladado a la Corte de Apelación del Distrito Nacional.

 La familia Bonnelly había sido adversa a Trujillo al comienzo de su mandato. La miseria y el hambre se apoderaron de sus miembros al igual que en las postrimerías del trujillato cuando todos fueron marginados y debieron compartir una sola vivienda. La madre vendía pan y los pocos amigos lo pagaban a sobreprecio. Fue en 1942 cuando Rafael Bonnelly aceptó una senaduría,  después de constantes per secuciones y de la orden de eliminarlo dada a José Estrella, quien se negó alegando que los Bonnelly eran tan unidos como los Perozo, refieren. La adhesión al régimen de Rafael Filiberto Bonnelly se mantuvo hasta que su hijo Rafael Francisco se integró, como sus primos, al Movimiento Revolucionario 14 de Junio.

 Freddy y Carlos Sully se mantuvieron desafectos. El mayor consiguió con Juanchi Moliné un veneno para matar las reses al Generalísimo y pese a que el plan fue ensayado, fracasó. Luego viajó a Nueva York a proponer a los exiliados sorprender al “Jefe” con una lancha estando éste en el malecón. Su accionar concreto se inició cuando Leandro Guzmán, compañero de trabajo de Carlos Sully en Obras Públicas, le habló del 14 de Junio. Contactaron a Nemesio Mateo, Alfredo Bergés y conectaron a Pipe Faxas con Manolo Tavárez y Minerva y Patria Mirabal. Las reuniones en la casa de Juan Sully se sucedieron hasta que los hermanos Bonnelly fueron apresados en enero de 1960.

 De su vida en la cárcel están en sus mentes la valiente conducta de José Israel Cuello, el admirable valor de Luis Gómez, Cayeyo Grisanty, José Frank Tapia, Huáscar Castillo, Marcos Troncoso. Sus historias en las ergástulas trujillistas son más o menos las mismas de Miguel Lama,  Lisandro Macarrulla, Alba Sánchez, Apeco Puras, Pedro Espinal, Elpidio Espinosa, Noel Giraldi, Josué Erickson, Marcelo Bermúdez, Luis José, Félix María y Niní Germán, Wenceslao Vega, Manolo Tavárez, Sina Cabral, Sully Martínez Bonnelly, Rafael Francisco Bonnelly, Charlie Bogaert, Ramón Cáceres, Oscar Hazim, Moncho Imbert, los hermanos Estévez Cabrera, René del Risco Bermúdez.

 Villamán Holsen, Eugenio Perdomo, Fefé Valera, Alfredo Manzano, Jaime Capell, Guillermo Valerio, Abraham Vargas, Juan Germán Arias (Chanchano), Manolito González, Tejada Florentino, Andrés Méndez Gabot, Alfredo Parra Beato, Federico Germán Medrano, Rafael Rodríguez Méndez, Iván Álvarez, Alejandro Zapata, Andrés Blanco Fernández, los  hermanos Santana Calzada, Manuel Asensio, Otilio Salcedo, Oscar Tallaj, Francisco Pol Suazo, Vargas Evangelista, Enrique Michel Carrasco, Nicolás Garrido Cestero, Carlos Manuel Lugo y otros. De cada uno evoca Freddy momentos tristes, duros o agradables. Su entrañable  amigo Juan Miguel Román está presente en sus evocaciones.

 “Al ver tantos apellidos conocidos, el calié Papi Rodríguez Villeta dijo que sólo faltaba que llevaran un Trujillo”, narra Freddy. Muchos fueron liberados antes del tiranicidio, entre ellos los Bonnelly, que se marcharon a Puerto Rico después de una ininterrumpida campaña contra ellos difundida por Santiago Lamela Geler en Radio Caribe.

 Carlos Sully es el padre de Carlos Sully, María Gabriela, Juan Carlos, María Consuelo y María Gisela. Freddy está casado con Dora Cuello, madre de sus hijos Manuel Ulises, Sebastián, Rosanna, Minerva y Giovanna.

 Los hermanos se alejaron de la política luego del ajusticiamiento de Trujillo. Para Carlos Sully, quien entiende que entonces la figura con más condiciones de liderazgo era Manuel Tejada Florentino, “ese fue el momento más bello que tuvo este país”. Freddy acota: “Hubo errores posteriores que no debieron suceder, el 14 de Junio se negó a ir a elecciones, si hubiera participado, gana, y otro hubiese sido este país”.

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