La obsesión por no engordar lleva a muchas mujeres a nutrirse mal durante el embarazo. Este comportamiento es conocido como pregorexia, un trastorno en que la embarazada está obsesionada con no engordar y trata de comer menos para no ganar peso.
Esta conducta no solamente es perjudicial para la salud de la madre, sino que puede causar serios problemas al feto.
La palabra pregorexia nace de la combinación de los términos “pregnancy” (embarazo en inglés) y anorexia. Este término fue inicialmente acuñado en 2008 por los medios de comunicación estadounidenses y, a pesar de que no es exactamente anorexia, comúnmente también se denomina “anorexia del embarazo”, pues para muchos sus síntomas se engloban dentro de la anorexia, una patología ya bastante conocida.
Características. La mujer que sufre pregorexia intenta no subir de peso y mantenerse delgada a pesar de estar embarazada, lo que provoca que su ingesta alimentaria se mantenga por debajo de los niveles calóricos y nutricionales saludables y necesarios para el embarazo. Además, la preocupación excesiva por su figura y su miedo a engordar causa que llegue a forzar vómitos y realice ejercicio físico en exceso, llegando incluso a poner en riesgo su salud y la de su hijo.
La principal causa de este trastorno es la presión social que existe sobre los patrones estéticos, y la excesiva intoxicación por parte de los medios de comunicación, que bombardean constantemente con anuncios sobre el “cuerpo 10”. Es habitual encontrar en revistas reportajes de mujeres famosas que se mantienen en forma durante el embarazo y tras el parto.
Estudios realizados en la Universidad de Reino Unido aportan los primeros datos sobre su incidencia en el mundo: que un 7.6 % de las embarazadas a las que se estudió tenía síntomas compatibles con trastornos de la conducta alimentaria, y el 23.4 % estaba muy preocupada por su peso y su figura.
La propia experta añade su cifra: se calcula que el 30 % de las gestantes no aumenta de peso de forma correcta, pero sin que se pueda achacar un porcentaje exacto a la denominada pregorexia.
Consecuencias. La madre puede desarrollar anemia, descalcificación ósea, baja producción de leche durante el postparto y caída de cabello, entre otros.
Las consecuencias en el feto pueden ser muy graves: durante el primer trimestre, si la paciente no toma suplementos vitamínicos, aumenta el riesgo de alteraciones del tubo neural, como la espina bífida. También aumenta la tasa de aborto espontáneo.
En el segundo y tercer trimestre aumenta el riesgo de parto prematuro, retraso de crecimiento intrauterino, retraso mental o parálisis cerebral, malformaciones óseas, digestivas o cardiovasculares. En casos muy graves se puede llegar a la muerte intrauterina.