Pregunta de la lectora: Me separé de mi pareja por maltrato. No me opongo a que vea a nuestros hijos, pero no quiero que les esté preguntando sobre lo que hago, si estoy saliendo con alguien, cómo los trato y si los alimento bien. Me da mucho coraje que haga esto. No tiene por qué llevar el control de mi vida. ¿Está bien que le diga a mis hijos que no deben darles informaciones a su padre?

Pregunta de la lectora: Me separé de mi pareja por maltrato. No me opongo a que vea a nuestros hijos, pero no quiero que les esté preguntando sobre lo que hago, si estoy saliendo con alguien, cómo los trato y si los alimento bien. Me da mucho coraje que haga esto. No tiene por qué llevar el control de mi vida. ¿Está bien que le diga a mis hijos que no deben darles informaciones a su padre?

Respuesta de la terapeuta: No es recomendable que los padres usen a los hijos para saber lo que hacen sus exparejas. Es otro modo de control que afecta la salud emocional de los niños.

Los hijos se sienten atrapados dada la lealtad hacia sus padres. El conflicto para ellos puede ser mayor cuando saben que no deben dar informaciones y el otro le exige respuestas.

Los sentimientos que expresan son tristeza y enojo. Reconocen que no tienen que dar informaciones, pero no se atreven a decirles a los padres que no les pregunten. Reconocen que estos tomarán represalias si no les comentan.

En mi práctica clínica, los hijos me suelen decir que si dejan de involucrarse sus padres les retiran privilegios, les dejan de hablar y muchos los atormentan exigiéndoles las informaciones y decirles que no los quieren porque ya no les quieren contar.

Les crean un conflicto de lealtad severo. Les demuestran que están ofendidos. Ante esta situación y la incapacidad de los hijos de decirles a sus padres que no les pregunten, pueden llevarlos a somatizar. Tienen que reprimir las emociones.

No podemos dejar de enfocar la presión que ejercen algunas madres para que no ofrezcan informaciones acerca de lo que hacen, de cómo viven y si tienen nueva parejas. Buscan establecer límites como una forma de bloquear la intrusión, así se sienten más seguras y estables al no percibirse controladas. En estos casos los hijos quedan atrapados entre las dos presiones, la del padre y de la madre sin poder salir ilesos de este triángulo relacional. Ser leal a uno es ser desleal a otro.

Si ya usted precisó por qué no deben pasar información, confíe y evite presionarlos. Ellos se sienten tristes, incómodos y molestos .

Si se entera de que el padre sigue preguntando, es preferible volver a fijar los límites con él, sin involucrar a los hijos.

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