Prejuicio descalificador

Prejuicio descalificador

Guido Gómez Mazara

El argumento esencial que se estructuró alrededor del PRD, hoy PRM, y sus respectivas gestiones exhiben una carga venenosa: no tienen destrezas en el desempeño y los gobiernos están sellados por una fatalidad histórica. Lo cierto es que las grandes falencias del modelo democrático nuestro no pueden divorciarse de las características de sus gobernantes que, en el caso específico, desde las primeras elecciones de 1962 resulta indispensable consignar un dato devastador porque han sido “otros” los que por mayor tiempo han gobernado el país.

Es decir, el sello descalificador y fuente de incapacidad respecto del eficiente ejercicio en el sector oficial se interpreta de manera antojadiza en materias como corrupción, desigualdad, pobreza, institucionalidad y empleo. Y en buena justicia, casi siempre, las razones que producen la sustitución de una fuerza electoral en el poder están asociadas a las ideas que se hacen los ciudadanos sobre el desempeño. Por eso, construir la noción de aptos para las tareas administrativas en el ámbito de   lo público, sin que los resultados generen entusiasmo en la sociedad, constituye una de las tantas ironías del bestiario político dominicano. 



  Cuando la mayoría de los electores apostaron al cambio en las elecciones del año 2000, una parte del voto crítico al PLD podría reflexionar alrededor de las tareas pendientes y los desafíos económicos en medio de una crisis sanitaria que se transformó en un proceso recesivo, capaz de desafiar las autoridades financieras, y caldo de cultivo de un prejuicio en la fundamentación del descrédito, abonado por las experiencias de la poblada de 1984 y crisis bancaria durante la gestión 2000-2004.



     Un covid 19 transformando al mundo y colocándonos en el dilema entre salud y apertura de la actividad comercial, representó una prueba de fuego para las autoridades oficiales. Ahora bien, retos como reducir el impacto negativo en el aparato productivo, en lo relativo a la Peste Porcina Africana (PPA), creando modalidades de aminorar las funestas consecuencias en el sector porcino, establecen las bases para un desempeño efectivo, y materia prima que derrote la argumentación de impericia, con carga de descalificación artera, nacida en los labios de adversarios seducidos por la tesis de poseer el monopolio del talento y la capacidad en la arena pública. Hacerlo bien, en medio de una situación de recuperación de las finanzas públicas, envía una señal alentadora y prueba de ello debe ser el incremento en las reservas internacionales, la recuperación del 85% del empleo perdido en la pandemia, recomprar  49% de las acciones de REFIDOMSA, esto llena de aliento a los que creemos que los logros  necesitan impactar en los bolsillos y estómagos.

                   

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