Premio Nacional de Medicina

Premio Nacional de Medicina

El pasado lunes en los salones de la augusta Academia de Ciencias, recibimos muy honrosos el Premio Nacional de Medicina de la República Dominicana 2019.Esta alta distinción nos compromete más a seguir aportando a la medicina en la medida de nuestras posibilidades, para así aportar nuestro granito de arena a la mejoría de la salud en nuestro país.
La científica francesa Marie Curie observó que «la mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones». Se entiende por buenas acciones cuando las personas actúan en base a principios de virtud, jamás en procura de beneficios particulares ulteriores, como suele suceder en esta vida. Acudir en socorro de los necesitados, curar los enfermos, consolar a los afligidos y enseñar al ignorante representan vías que nos indican que vamos por el camino correcto de una vida buena. Si valoramos algunos aspectos de este pensamiento, siento haber cumplido con parte de ellos, por ejemplo, enseñar: empecé a impartir docencia a los 18 años en las instituciones académicas de la familia. No les niego que esa noche me remonté en mi memoria a la misma emoción al decir mi primer discurso, a los 5 años cuando fuera elegido para decir el discurso de «Ya sé leer» en el Colegio San Rafael. El magisterio en mí es por doble vía de herencia, a lo que no pude negarme, entiendo que atribuido a eso de lo indefectible de la genética. Bien sabemos que la vida nos reserva el obsequio múltiple de la naturaleza, las satisfacciones espirituales, la oportunidad del trabajo en esta especialidad que amo, el privilegio de la espiritualidad hecha religión, arte o amor, el don maravilloso de la procreación, la virtud de la palabra, la magia de la inteligencia, en fin una serie de bienes de número interminables.
He hecho medicina desde mis años de estudiante, más de 30 de ellos en el Hospital Padre Billini, sin perder de vista que la vida en la profesión es una escuela de aprendizaje progresivo en que nos obligamos a entrar en materia, dentro de las aspiraciones, los deseos, los éxitos y los pesares. Asimismo, aprovecho para dar gracias a todos mis profesores tanto nacionales como ingleses.
Al recibir el galardón de manos del Dr. Sergio Solís Taveras y del Dr.Luis Scheker Ortiz, y al dar las gracias pensé en mi hermano Gustavo y en mis padres, ellos me «hicieron médico». En la solemne ceremonia desde la celestial galaxia en que habitan sentí que se hicieron en mi mente nuevamente corpóreos esa noche, para así yo volver a agradecerles, pues esa noche se premiaba la obra de don José y doña Vaganiona, que cual los corales del fondo del mar, son bellos y estimables, pero hay que profundizar mucho para verlos y quienes, con su ejemplo de vida digna, dedicación y ternura, me hicieron ver esos corales en su verdadero esplendor y valía. Yo simplemente en mi accionar lo que he tratado es de emularlos en procura de no defraudar esos nobles sentimientos e ideas de bien que nos inculcaron a mi hermana Celeste y a mí.
Le di las gracias por igual a la familia íntima, a doña Ingrid mi compañera por su comprensión y apoyo por años, acompañándome y siendo socia solidaria en todos mis proyectos, regalándome a Carolina, Omar y Melissa, tres bondades bellas e inteligentes, mis hijos y Carolina a mi nieta Nicole, ellos me llenan de gran orgullo que por sus conductas personales y profesionales, en las que hacen honor a su abuelo, el padre de la ética en el país. Al Dr. Enrique Silié Valdez que nos presentó y a todos los familiares y amigos fraternos que nos acompañaron esa memorable noche, ¡gracias del alma!

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