La noche del pasado lunes, en una solemne y hermosa ceremonia en los salones de la Academia de Ciencias, se celebró el honorable Premio Nacional de Medicina 2018, XVII entrega, 22º aniversario. En la oportunidad fuimos reconocidos con el ¨Galardón de Honor¨, por nuestros aportes a la medicina y a la sociedad. En verdad que poner a uno a la altura de médicos de la estatura de prohombres como Hugo Mendoza, Vinicio Calventi, Mariano Defilló, César Mella, José Joaquín Puello, etc. es un gran honor; ellos están entre los médicos prominentes que han recibido el Premio Nacional en años anteriores. Se convierte esta distinción que recibimos no solo en una gran honra, sino por igual en un compromiso mayor frente a quienes nos debemos los médicos, a los pacientes y con ellos a toda la sociedad.
El fundador y presidente de estos premios, el Dr. Sergio Solís Taveras, señaló: ¨Con la bendición del Creador arribamos a nuestro 22 aniversario de fundación, alegres de entregar un legado histórico muy positivo para las presentes y futuras generaciones, elevando a las cumbres más altas los principios y valores de la sociedad dominicana. Nos sentimos honrados de servir de ejemplo a instituciones de prestigio quienes han copiado nuestra iniciativa y han fundado premiaciones. Con la visión de estimular más allá el conocimiento, desarrollo y trascendencia de nuestros médicos y científicos y hoy inscribimos en las páginas de la nación la XVII entrega del honorable Premio Nacional de Medicina 2018¨.
Días antes del reconocimiento me senté en mi computadora a preparar el discurso de gracias, en ese momento las musas inspiradoras de mi intelecto estaban todas ausentes y esto me confirmó que la existencia precede a la esencia, pues en ese momento no había producción inspiradora en mi cerebro. Pero por esas cosas del destino, coincidencias, cosas fortuitas, energía trasmutada, parte de un proceso cósmico, acción metafísica, etc., llámelo como usted quiera, estando en procura de cotejar mi cerebro para engendrar unas palabras, justo antes de empezar a producir, se desliza en mi biblioteca de un estante el libro ¨Luz Celeste, temas morales¨ de la autoría de mi padre, el Dr. José Silié Gatón. Al empezar a releer por enésima vez la introducción de esta profunda obra sobre ética, las musas regresaron en loca caravana y se agolparon en mis neuronas de un tirón, su lectura no pudo ser más oportuna para la noche de reconocimientos que me esperaba. Lo cito: ¨Los momentos realmente triunfantes de la persona racional, se valoran por medio del saber, de la ética y la servicialidad biológica en que hace transcurrir su vida. Por eso lo real en las manifestaciones del humano ha de ser fundamentado en el conocimiento del ser, para a partir de esa realidad, destacar nuestras propias fronteras, poniendo de manifiesto de qué somos capaces, dónde aspiramos llegar y cuáles son nuestras fuerzas interiores, hasta encontrar el yo trascendente que rija nuestra existencia voluntariamente a plenitud hacia objetivos ciertos¨.
Noches solemnes como esa son un elemento para el estímulo, un honroso impulso para continuar siendo uno un agente positivo de interacción social, para que nuestro proceder siga siendo acicate hacia los demás, a fin de formar una sociedad más estimable cada día, esto sabiendo que la salud es el más preciado de los bienes y nosotros los médicos somos los cuidadores de ese esencial patrimonio. Esa noche excelsa pensé en la acción del médico, en ese apreciado profesional que necesita de una acumulación de conocimientos técnicos, científicos y morales, pero por encima de todo no puede dejar de ser nunca un humanista y orientarse siempre hacia planos superiores de responsabilidad individual y colectiva. Gracias del alma en nombre de todos los Silié-Ruiz, por este reconocimiento, que me compromete más a seguir siendo útil a la sociedad, que es nuestra tarea fundamental.