Premio quemado

Premio quemado

POR GRACIELA AZCARATE
Esther Tusquets, editora y escritora
Era la Argentina de los noventa, en la que las fusiones editoriales devoraron a las casas editoras que formaron parte de la arquitectura del boom latinoamericano y donde las estrategias de marketing comenzaron a imponer las reglas y el juego hasta convertirse en una cultura, y un símbolo de esos tiempos.

Las repercusiones que cosechó la noticia de la condena judicial al escritor Ricardo Piglia, el agente literario Guillermo Schavelzon y la editorial Planeta abrieron el debate sobre lo que se esconde detrás del fraude que se cometió con la entrega de un premio a una buena novela como «Plata Quemada»

La periodista Claudia Acuña publicó en la revista «Trespuntos» una investigación en la que denunciaba el arreglo bajo el título «La novela del fraude». Su reportaje puso el dedo en la llaga sobre la farsa montada en los concursos literarios y la derrota moral de los escritores que se someten a las exigencias del mercado.

En la revista digital «La vaca» donde puede seguirse el desarrollo del affaire a lo largo de estos siete años, la periodista escribe: «En noviembre de 1997 publiqué en la revista Trespuntos un artículo titulado La novela del fraude. Se trataba de un reportaje de seis páginas y un recuadro donde daba cuenta de lo que muchos sabían pero nadie se atrevía a escribir: el Premio Planeta. Seis largos años después, lo que se contaba en esa nota fue confirmado por un fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Civil. El escritor Ricardo Piglia, el ahora agente literario y por entonces máximo responsable de la editorial, Guillermo Schavelzon y la empresa Planeta fueron condenados».

En 1997 el escritor argentino Ricardo Piglia ganó el Premio Planeta con su novela «Plata quemada».

Desde el principio y desde la misma noche en que se entregaron los premios era «vox populi» que era una novela amañada por los editores.

Uno de los finalistas del premio, Gustavo Nielsen, decidió entablar juicio a la editorial, al escritor y al editor responsable por sentirse ultrajado.

Hace unos meses, y siete años después, la Cámara de Apelaciones resolvió que, sí, hubo «predisposición» en favor de Piglia. No sólo estalló el escándalo en torno a la honestidad del escritor sino que se abrió el debate alrededor de los premios literarios organizados por los grandes sellos, sus mecanismos, su transparencia y su legitimidad.

La novela de Piglia nunca debió presentarse al concurso porque se comprobó que su edición ya estaba comprometida con el mismo grupo editorial, algo prohibido expresamente en las bases del concurso. En 1994 firmó un contrato por U$100.000, de los cuales le avanzaron la mitad. Al año, como la producción no alcanzó el rédito esperado, los editores especularon que mediante la adjudicación del Premio Planeta 1997 a la obra de Piglia, y acompañada, de abundante publicidad podía darle un calentón de ventas a la obra del argentino. «La editorial coló una novela por la que ya había pagado un adelanto, entre las obras que se entregaron al jurado, como forma de compensar una mala inversión».

La editora burló la fecha de cierre, evitó que fuera leída en la preselección y se le envió directamente al jurado que debía otorgar el premio. El escritor que puso la demanda, recibirá 10 mil pesos más costas e intereses pero declaró apenado:

«Yo no hubiera querido que Piglia quedara tan metido; mi pelea era con Planeta y con Schavelzon, fueron ellos los que no fueron claros conmigo. Pero él no se despegó en ningún momento». Su novela, que participó en la desigual contienda se llama: » El amor enfermo», y fue publicada por la editorial Aguilar.

Como en todo concurso, existió un Comité de Preselección encargado de un primer filtro, pero éste no fue tenido en cuenta. El fraude y el escándalo en torno a la concesión de los premios hace además cuentionar y preguntarse por lo que queda en el camino en esa preselección. El escritor Andrés Rivera dijo de manera terminante: «Estoy seguro de que este sistema ha dejado afuera a más de un Borges». Los ejemplos lo confirman. El mismo Nielsen fue protagonista de este hecho: resultó ganador del Premio Tusquets de Cuentos, pero después de que el jurado pidió revisar todas las obras por considerar que ninguna de las selecionadas por el prejurado valía la pena. A Carlos Gorostiza le pasó lo mismo cuando ganó el Premio Planeta 1999: «A través de uno de los jurados me enteré de que fui premiado de casualidad», cuenta el escritor. «Mi obra apareció recién en una segunda etapa, porque al jurado no le gustó lo que recibió de la preselección. ¿Se da cuenta lo aleatorio que es todo esto?». Una opinión generalizada entre los escritores es que en: «Los concursos deberían separarse entre los de autores inéditos y los de obras ya editadas. De esa forma todo tendría otro viso de seriedad».

Para el escritor Andrés Rivera, el sistema es arbitrario, pero no puede ser de otra manera. «Ganar un premio es como sacarse la sortija» (_) «Las editoriales son empresas capitalistas y es obvio que buscan vender. ¿Qué novedad hay en eso?

Rivera señaló como factor determinante en el país la concentración editorial: «Hasta que me dieron el Premio Nacional yo publicaba en editoriales muy chicas, que estaban a cargo de personas cultas, pero que no podían lograr que los humildes mil ejemplares que me editaban llegaran a Santiago del Estero. Hoy me edita un sello poderoso como Alfaguara, y yo puedo llegar a Santiago. En ese sentido, estoy de acuerdo con el Chaplin de Tiempos modernos». En cuanto al escándalo en torno al escritor, se solidarizó con Piglia y agregó: «Aquí hay un escándalo que tiene poco sustento. Para el editor será un mal trago judicial, mientras que Piglia tendrá que cargar con esto mientras viva».

Ricardo Piglia

Ricardo Piglia nació en Adrogué, provincia de Buenos Aires en 1941. Más tarde, en 1955 y debido a «una historia política, una cosa de rencores y odios barriales», su familia se mudó a Mar del Plata, en donde Piglia descubriría a Steve Ratliff («un yanqui extraño»), el mar y el mundo literario. En 1967 apareció su primer libro de relatos, La invasión, premiado por Casa de las Américas. En 1975 publicó Nombre falso, un libro de relatos que ha sido traducido al francés y al portugués. En 1980 apareció Respiración artificial, de gran repercusión en el ambiente literario y considerada como una de las novelas más representativas de la nueva literatura argentina. Su siguiente novela Ciudad ausente, demoró doce años en aparecer. Basado en esta novela, Piglia elaboró en 1995 el texto de una ópera con música de Gerardo Gandini.

Piglia recibió, en noviembre de 1997, el Premio Planeta por su novela Plata quemada. El premio fue otorgado por unánime desición del jurado integrado los escritores Augusto Roa Bastos, Mario Benedetti, Tomás Eloy Martínez y María Esther de Miguel.

Junto a su obra de ficción, Piglia ha desarrollado una tarea de crítico y ensayista, publicando textos sobre Arlt, Borges, Macedonio Fernández, Sarmiento y otros escritores argentinos.

Trabaja actualmente en su cuarta novela, Blanco nocturno, que publicará Seix-Barral. Vive en Buenos Aires, en el barrio de Palermo.

Gustavo Nielsen

 Gustavo Nielsen nació en 1962 en Buenos Aires. Es arquitecto y trabaja en su propio estudio de diseño. Fue finalista en el concurso Planeta en 1996 y 1997. Los relatos que integran Playa Quemada y Marvin, el libro de cuentos aún inédito, obtuvieron el Primer Premio en la Bienal de Arte Joven 1989 y el Primer Premio del certamen La Ciudad convoca a sus creadores, organizado por el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Buenos Aires en 1993.

Por la originalidad de sus relatos, Nielsen fue invitado en 1993 al encuentro Literatura y compromiso, realizado por la Organización Iberoamericana de la Juventud en Málaga, España. Sus cuentos figuran en antologías de Latinoamérica y España.

Como dato curioso, el autor es el ilustrador de sus propias tapas.

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