Prenuncio de Bosch

Prenuncio de Bosch

Al promediar el mes de septiembre, el Presidente Juan Bosch se encuentra en los Estados Unidos de México. En el programa de la visita se halla una rueda de prensa para la mañana del día 16. El corresponsal Morris W. Rosenberg escribió que aquella concedida por el Presidente Bosch fue “una conferencia de prensa muy sopesada”.

No es negativo el juicio, claro está. Don Juan usó siempre un tono didáctico en sus pronunciamientos públicos.

Tal vez esta modalidad condujo a Rosenberg a pensar que el mandatario dominicano ponderaba en extremo los temas. Pero era el día 16 y la noche víspera había acontecido lo del diluido golpe de Estado.

Durante el desarrollo de la rueda de prensa, anota Rosenberg, un periodista estadounidense a quien no identifica, preguntó sobre las relaciones con Cuba. Respondió Don Juan con enorme cautela. En la respuesta que improvisó, entre otras palabras, pronunció las siguientes:

“Es muy difícil entenderse sobre Cuba, como sobre cualquier otro, cuando se vive en situaciones históricas, sociales y económicas tan diferentes como las que viven en los Estados Unidos y las que vivimos en la República Dominicana. Para ustedes no hay problema en cuanto afirmar o no afirmar la democracia; no hay norteamericano con hambre. Ningún presidente norteamericano tiene que temer un golpe de Estado militar. Sabe que inicia su período y lo terminará.

“Para un pueblo como el dominicano, la democracia tiene que ser un régimen que garantice los derechos de los ciudadanos y su derecho a comer, a trabajar y a pensar y a moverse dentro del estricto apego a la ley. “La República Dominicana no está en un momento político, está en un momento histórico. La política se manipula, pero la historia se crea. No puede verse el caso de la República Dominicana desde el ángulo de la democracia norteamericana, ni desde el ángulo del régimen mexicano, sino desde el ángulo de la República Dominicana. El pueblo dominicano le teme a la palabra democracia porque con ella se le mató, se le explotó y tenemos que enseñarle lo que es la democracia”. 

Él no definió ese día su política frente al régimen cubano, excluido del sistema interamericano de relaciones diplomáticas y comerciales. “Es muy difícil entenderse sobre Cuba”, leemos que dijo. Y justo a seguidas destacó que entre los estadounidenses el mandatario no está supuesto a sufrir un golpe de  Estado.

Con este pronunciamiento dejaba implícito que, en cambio, podía darse una alteración del orden institucional en nuestros países. En Estados Unidos de Norteamérica el mandatario sabe cuándo comienza y cuando concluye. En nuestros países basta abordar asuntos peliagudos para que se trunque una obra de gobierno, fue lo que dejó dicho.             Nueve días más tarde él era derrocado. El Presidente de Estados Unidos de Norteamérica en ese momento de 1963, era John F. Kennedy. No terminó su período. Fue asesinado el 22 de noviembre siguiente.

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