Todos debemos estar bastante preocupados por lo que será la celebración de las elecciones presidenciales, congresuales y municipales en el país.
Entre los candidatos es evidente el afán, desasosiego y ambición que hay por el poder.
Muchos no están tomando en cuenta los valores éticos, morales y, hasta de ley, con tal de lograr el objetivo.
Todo apunta a un ambiente en el que podría ocurrir cualquier cosa.
Los políticos están usando ya un lenguaje hiriente, picante, ofensivo e incendiario.
Muchas cosas están en juego ahora mismo en el país.
Los dominicanos y los sectores sensatos no deben dejarse arrastrar por las pasiones que como fuego arden en el seno de los partidos políticos y sus seguidores.
Las iglesias, los empresarios y los líderes de opinión libres de compromiso, deben levantar su voz exigiendo a los candidatos más comedimiento, mesura y mucha prudencia.
La Junta Central Electoral, moderadora de este proceso, debe estar vigilante de los líderes que intentan enervar el estado pacífico de la nación con sus declaraciones catastróficas, tremendistas y azuzadoras de pasiones.
Cada ciudadano debe evitar dejarse arrastrar por este ambiente insano y por el manejo psicológico que los interesados en el poder quieren hacer.
No debemos ser partícipes ni multiplicadores de todo aquello que afecte las buenas costumbres, el estado de paz y el buen funcionamiento del orden público y social.
Aunque los políticos pierdan el control, debe haber un pueblo maduro y anhelante siempre de la buena convivencia por encima de todo.
Unámonos todos en oración al Todopoderoso para que este proceso acabe en tranquilidad y sin nada que lamentar.
Los líderes eclesiásticos deben hacer un llamado a todas las feligresías y congregaciones parar empezar una jornada de oración al Dios Todopoderoso.