En círculos económicos del país se ha expresado la preocupación de que pueda predominar un enfoque fiscalista en la reforma tributaria que deberá ser aprobada en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Ha trascendido que a la reforma que está elaborando el equipo del nuevo gobierno se le están dando los toques finales y que el proyecto estará ya listo el próximo jueves, para ser entregado al presidente Hipólito Mejía y éste a su vez lo someta al Congreso Nacional.

De acuerdo a lo informado, anteayer hubo una reunión, en la que participaron, además del equipo gobierno entrante, un representante del FMI y altos funcionarios del área económica del gobierno, para afinar el proyecto de ley de reforma tributaria.

Se informó que el FMI todavía no tiene una visión completa del impacto fiscal de la reforma, ya que se ha estado trabajando básicamente con la parte tributaria, y que deberá verse qué se hará con el gasto público, para evaluar el impacto total de la reforma fiscal.

Según se explicó, la responsabilidad política del proyecto de reforma es del gobierno entrante, pero los funcionarios del área económica han estado apoyando con información para el diseño de la misma.

Los funcionarios que estuvieron presentes en el encuentro de anteayer son el gobernador del Banco Central, José Lois Malkún; el secretario técnico de la Presidencia, Carlos Despradel, y el secretario de Finanzas, Rafael Calderón.

Una fuente que habló para la sección económica de Hoy dijo que debe evitarse que se repita algo que ha ocurrido en diferentes países en los cuales al momento de elaborar una propuesta de reforma fiscal, ha predominado un enfoque fiscalista.

Se explicó que también debe tomarse en cuenta las implicaciones económicas de la reforma, «o sea, sus efectos colaterales sobre la economía».

Se planteó que en el diseño de una reforma no se debe actuar sólo como recaudador, sino en base a un visión conjunta, integral de las implicaciones económicas de la reforma.

En la discusión de la reforma tributaria se expresado varias corrientes, entre las cuales está la que aboga por el aumento de impuestos; otra que plantea que la reforma debe implicar algunos aumentos de impuestos y recorte en el gasto público, y una tercera que favorece una reducción de las tasas impositivas, en el entendido de que de esta manera se recaudaría más que incrementando los impuestos en un período de recesión económica.

Quienes favorecen una reducción de las tasas impositivas, han hablado incluso, de una propuesta denominada el diezmo, que implicaría aplicar una tasa impositiva de un 10 por ciento para el ITBIS, el impuesto sobre la renta y los aranceles.

Los partidarios de esta propuesta plantea que en el caso del ITBIS, sólo queden excluido un reducido grupo de bienes básicos, que podrían no pasar de diez.

La corriente que plantea una reducción de tasas impositivas ha expresado su temor de que un incremento de tasas, en las circunstancias actuales, pudiera profundizar el proceso de recesión económica y que esto terminando afectando negativamente las recaudaciones fiscales.

«En el país hay muchas empresas que están muertas y sus dueños todavía no lo saben», se explicó.