Preocupación con la deuda pública

Preocupación con la deuda pública

No es suficiente expresar preocupación por la deuda pública total, que acumulada por los déficits fiscales supera más del 50% del PIB. Me refiero al balance que incluye contingente, como la garantizada a Intec, Fundapec y Pucmm, debían US$12.7 millones a marzo del 2014, el aval financiero a empresas de zonas francas hasta por un monto de RD$1,200 millones, entre otras.

Lo que debemos no solo es excesivo para lo que producimos, sino que para pagar el principal y los intereses el Gobierno apartó RD$179,718 millones (US$4,048) en 2014, el 26.6% de los ingresos corrientes. El récord lo tenía el gobierno de Horacio Vásquez, en 1929 debía amortizar $1.9 millones de dólares, equivalente a 19% de los ingresos del Fisco.

Duplicamos la deuda seis años (2008-2013), tendencia que no puede continuar, porque a la vuelta de la esquina podríamos deber 100% del PIB, con consecuencias similares a la de los países europeos, que no saben cómo salir del ciclo económico de recesión y fuerte desempleo, crisis que se proyecta para largo.

No podemos seguir con el modelo de crecimiento, que se basa en sectores informales que no pagan impuestos, en déficits fiscales y en más deuda. En desequilibrios, como la enorme brecha entre crecimiento acumulado del PIB y de la deuda, el primero 53.5% y 185% el segundo, periodo 2005-2012, que originó la crisis de deuda que enfrentamos al violarse el principio de que nadie debe endeudarse a una velocidad que supere la de los ingresos.

Que creó la paradoja de haber empobrecido a la gente, distanciando ricos de pobres por la fuerte concentración de ingresos. Según World Development Indicators del Banco Mundial, el 10% más rico participaba con 36% en el ingreso total, mientras el 10% más pobre con 2%, en 2010. Que produjo daño permanente a la economía, evitando que el 10% más rico se hiciera responsable del déficit fiscal, pagando los impuestos que le correspondían según su nivel de renta, excesivamente alto, porque el modelo les garantizó, como dueño del capital, una tasa de beneficios y rentas superior al crecimiento de la economía, lo evidencia el alto índice de desigualdad Gini de 0.51 a final del 2012.

Debemos regresar al nivel de deuda de 35% del PIB, para lo que se requiere un acuerdo entre Gobierno, empresarios y sociedad civil, porque el presupuesto público deberá generar superávits primarios. Y luego superávits totales consecutivos, para financiar el gasto adicional que se necesitará para el objetivo de reducir y mantener por debajo de 0.50 el coeficiente Gini.

Es lo que manda la realidad que estamos viviendo, al menos que se esté pensando en extremos, en que la deuda se reducirá sola con una mayor inflación, lo que se descarta porque el Banco Central la tiene controlada. En obligar a los bancos comerciales, a las compañías de seguros, fondos de pensiones, a que mantengan en su cartera deuda pública, que la compren a un precio por debajo de su valor y a un interés relativamente bajo; es decir, en usar la represión financiera, lo que sería un desastre.

Es tiempo de pasar del lamento a la solución del problema, porque se agrava con el tiempo.

 

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