El presidente del Instituto Duartiano, Wilson Gómez Ramírez, al igual que la mayoría de los dominicanos, se siente preocupado por el aumento de emigrantes haitianos ilegales en territorio nacional, principalmente en los puntos fronterizos que no están siendo controlados de manera efectiva por los encargados de proteger esos lugares vulnerables que actualmente tienen una mayor actividad por la crisis político social haitiana que provoca desplazamientos de sus nacionales a la República Dominicana.
El presidente duartiano critica, con toda razón, la tímida política migratoria puesta en práctica, y que consiente que en los municipios dominicanos fronterizos, la presencia haitiana sea mayoritaria de manera irregular, y no sean repatriados a Haití, pese a la seria amenaza que se cierne en contra de la nacionalidad, de la soberanía dominicana.
Gómez Ramírez ha expresado que a los niños haitianos, que son la gran mayoría en dichas comunidades, sus padres los adoctrinan para que no respeten a los fundadores de la patria dominicana, y les prohíben llevar a su casa imágenes de los emblemas y los textos históricos dominicanos.
Durante un encuentro con la prensa, el presidente del Instituto Duartiano también mostró preocupación por la situación en los centros hospitalarios públicos, indicando que se ha podido comprobar, no solo en lugares localizados en la frontera, sino también en otros sitios, como en Jarabacoa, que dominicanos no han podido recibir atenciones médicas por estar los hospitales llenos de pacientes haitianos ilegales. Además, casi el 70 % de los partos en Jimaní y Pedernales son de haitianas, al igual que en la Maternidad de la Altagracia y la San Lorenzo de los Mina.
Los miles de partos se han convertido en una carga económica que entraña de 9000 a 61 000 pesos. Gómez Ramírez recalcó que es menester que haya sanciones severas, ejemplares, para todas aquellas autoridades dominicanas que sean cómplices de la entrada de los haitianos ilegales. Cuando escuchamos datos como éstos es normal, y lógico, sentir preocupación e indignación al observar la poca responsabilidad de las autoridades dominicanas en torno al grave problema de la inmigración ilegal, que cada día aumenta, y que al final puede llegar a convertirse -en diferentes aspectos- en una gran dificultad, además de patriótica. Siempre he dicho, que esta situación es peligrosa, una bomba de tiempo que llevará a enfrentamientos provocados por personas que no aman al país, sino solo el poder.